Único.

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Aclaración: En la historia no hay lemon, ni nada de material sexual. Si no es de tu interés, no lo leas. Pero Bienvenido quien quiera leer una historia simple. Sin más que decir, muchas gracias!!!.

PD: Se recomienda usar auriculares para escuchar la música y leer al mismo tiempo. Así se tiene una mejor experiencia.

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  Me era difícil socializar, la gente me tomaba de extraño y me hería ver como los demás podían tener una vida tan fácil. Lo mío definitivamente, no era lo fácil. El rechazo por parte de muchas personas, dolía. A esa edad, era algo que quedaría marcado y no se iba a superar tan rápido.

  Lo que sí era sencillo y disfrutaba, es sobre el jardín. El cuidado que requería, era muy grande y aprendí yo solo, a mantenerlo con vida. Plantaba de vez en cuando, lirios, hortensias o rosales, que resaltaba muy bien dentro de las paletas de colores que estaban rodeadas por los arbustos, estos se repartían por todos los alrededores del patio. Las margaritas las plantó mamá, éstas se encontraban al final de la cerca de madera. Esas flores blancas y amarillas, aparecieron cuando mi padrastro llegó a nuestras vidas. Nunca me cayó bien pero mamá lo amaba y tenía que aceptarlo.

  Un día, un niño de tez pálida y cabellos oscuros, corría a las afueras del jardín de la casa. Quería echarlo, lastimaba a las plantas que tanto cuidaba. Pisaba el césped y observaba todas las variedades de colores, sacaba fotos y al terminar la tarde, se iba en silencio.

  Pero así fue repitiéndose todos los días, hasta que se dio cuenta que lo había atrapado. Me observaba y se escondía con sus mejillas sonrojadas en los grandes arbustos, justo detrás en la última hectárea al lado de las margaritas. Saludaba hacia la ventana y se quedaba horas esperando a que pasara algo. A veces llevaba hojas en blanco para escribir sobre ellas y así pasábamos las tardes. Muchas veces, escribía que el jardín era hermoso o me llamaba Mochi. Según él me decía así por mis cachetitos regordetes. Eso era lo que explicaba en una de las notas que apenas podía ver.

  Daba ternura saber que alguien podía verme y no escaparse cuando mi presencia aparecía. Todos rechazaban mi existencia por lo extraño que era mi cuerpo. Pequeñas manos y desproporcionado en altura. Era lo normal, estaba en etapa de crecimiento, aún así, nadie me aceptaba.

  No sentía que lo correcto era acercarme a él, creía que era un niño cálido, amistoso y en busca de muchas aventuras, ese chico no perdería el tiempo conmigo. Día a día sufría de insultos y mi baja autoestima, hacía que perdiera las ganas de acercarme a las personas.

  Esos pocos momentos eran mi felicidad, cuando rondaba por los nueve años de edad. Entendí que, aquel niño me hacía tan feliz, que llegaba al punto de provocar en mí una sonrisa sincera. Nadie más que a mi madre le he brindado tal privilegio y a él, que sin conocerlo, se la llevó como si fuera un pedacito de mí corazón. Hasta que toda felicidad tiene su efecto contrario y a los meses... Se esfumó.

  Ya los arbustos no llamaban mi atención, la vista al jardín era deprimente y vivía encerrado en la habitación sin salir a ninguna parte. ¿Quién se atrevería a pasar tiempo con un fenómeno como yo?.

  Mamá siempre decía que las personas eran malas, sus máscaras nunca son apartadas de sus rostros y siempre lastiman a los demás con repudio.

The truth untold - YoonMin (One-Short)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora