Blue Velvet

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Sola. Siempre he estado sola. En mis dieciséis años de vida desperdiciados, no he tenido ni un amigo. Ni siquiera en preescolar. Siempre sola.

Mis padres son empresarios. Viajan mucho. Demasiado. Y se olvidan de su hija, la señorita Soledad. Ya no es doloroso, al contrario. Me encanta el sonido del silencio.

El instituto para mí es como un calvario que forma parte de mi rutina. Lo odio. Los odio.

Estoy en el último año. Quedan cuatro meses para acabar el curso. Estamos en enero, a menos dos grados. ¿Por qué no podemos vivir en un invierno constante? Me encanta el frío. Esa sensación helada que recorre tu piel, las manos y los pies entumecidos, la nariz rojiza. El invierno es una de las pocas cosas que me gustan.

Son las tres y media de la mañana. Me siento protegida bajo mi edredón de plumas. Lo estoy. No hay nadie en casa. Solo estamos Hipo y yo. Hipo es un gran hipopótamo de peluche sucio y desgastado que me regalaron cuando tenía seis años. No sé dormir sin él. Le beso suavemente la cabeza.

Debería dormir. Mañana será un día largo, y probablemente agotador. Me suelo cansar con facilidad. Cierro los ojos y recito la lista. Solo hay dos nombres nuevos. Esto le hubiera gustado a la doctora James. Hace mucho tiempo que no la veo. Quizás debería ir a visitarla. Lo pensaré.

Comienzo a visualizar todos los acontecimientos del día. No hay nada nuevo. Vaya.

Y duermo.