9

208 20 0
                                        

Jey me besa, y me dejo llevar. Me gusta cómo lo hace. Sus labios tienen ese poder de hacerme olvidar todo. Sus manos bajan lentamente, con intención, hasta apretar mi trasero y acercarme más a él. Siento su erección, y nuestras respiraciones se aceleran. Me pongo nerviosa, pero no quiero detenerme.

Me carga con facilidad y me deja caer en la cama, colocándose sobre mí. Comienza a besarme el cuello mientras sus manos exploran cada rincón de mi cuerpo, provocándome una mezcla de nervios y deseo. Siento mi entrepierna humedecerse. Su mano se desliza hasta encontrar mi clítoris y lo masajea suavemente.

—Dios… todo lo que me he perdido —pienso, mordiéndome el labio.

Me quita el vestido con lentitud, dejando mis senos al descubierto. Por inercia, cubro mi rostro con vergüenza; nunca antes un hombre me había visto desnuda. Pero él los observa, los acaricia como si llevara tiempo esperando hacerlo. Luego, comienza a besarlos, a chuparlos, a lamerlos.

—Ahhh… —gimo, sintiendo un escalofrío de placer.

Vuelve a besar mis labios, jugando con ellos, mordiéndolos suavemente, como si fueran lo más delicado del mundo. Estoy perdida en el placer que me provoca este hombre, pero antes de ir más lejos, me atrevo a confesar:

—Aún soy virgen.

Él se detiene. Lo miro, dudando si hice bien en decirlo.

—¿Eres virgen, Ana? —me pregunta sorprendido.

Asiento con la cabeza. Me siento avergonzada. Tengo 20 años y aún no he estado con nadie. Me arrepiento de haberlo dicho. Me siento vulnerable.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Por qué no has estado con nadie? —insiste con suavidad, pero con una mezcla de curiosidad y respeto.

—No ha llegado la persona indicada —respondo en voz baja.

—Ay, Ana... —suspira. Se sienta a mi lado—. Vístete, por favor.

Siento un nudo en la garganta. No sé qué pasó. Me invade una tristeza silenciosa. Creo que lo nota, porque me mira con ternura y dice:

—Eres perfecta, Ana. Y esto no quiere decir que no quiera estar contigo. Te deseo, como ya lo sabes. Pero… aunque no planeo enamorarme de ti, quiero que tu primera vez sea especial, que la recuerdes con una sonrisa. Quiero hacerte el amor, no solo tener sexo contigo. Quiero que sea suave, inolvidable. Eres hermosa… y mereces lo mejor, aunque yo no lo sea.

Sonrío tímidamente.

—¿Te puedes quedar? —le pregunto.

—Claro… mi chica perfecta.

Me besa en la mejilla. Me pongo mi pijama, nos acostamos y dormimos abrazados.

---

JEY

Al despertar, la veo dormir y sonrío. Mi chica perfecta. Me levanto con cuidado, me visto y recojo mis cosas. Antes de salir, no resisto y le tomo una foto.

—Esa chica es realmente hermosa —susurro—. No dejaré de decirlo.

Le doy un beso suave en la frente y me marcho. Mientras conduzco, no dejo de pensar en ella. ¿Una chica virgen en estos tiempos? Me sorprende. Me emociona.

"No sé qué me está pasando con esta chica", pienso. "En realidad, me gusta… pero no puedo enamorarme… ¿cierto?"

Al llegar a casa, le envío un mensaje:

> “Buenos días, mi chica perfecta. ¿Quieres salir a cenar hoy?”

Su respuesta es inmediata: “¡Sí!”

Sonrío. La invitaré a mi apartamento. Le tengo una sorpresa.

—Hoy, Anastasia Launer será mía —me repito.

Preparo mi apartamento: flores, pétalos por todas partes. Ordeno las rosas rojas que encargué y cocino una lasaña con mis propias manos. Además de tomar buenas fotos, sé cocinar, y no me da pena admitirlo.

Después, me ducho, me pongo una camisa blanca y unos jeans negros elegantes. Me miro al espejo, me siento listo. Tomo mis llaves y salgo a buscarla.

---

ANASTASIA

Hoy cenaré con Jey. Siento que me estoy enamorando de él… aunque sé que no debería. Estoy arriesgándome, saliendo de mi zona de confort, y eso me gusta. Me hace sentir viva.

Salgo de la ducha y miro mi armario. Siento que no tengo qué ponerme.

—¿Por qué seremos así las chicas? —me río.

Después de dudar mucho, elijo una minifalda negra, una blusa blanca de tiras con escote en la espalda y unos tacones altos. Me recojo el cabello, me maquillo. Estoy lista. Solo espero a mi Jey.

Tocan la puerta. Abro… y ambos soltamos una risa al vernos.

—Estamos vestidos igual —digo.

—Hoy estamos conectados, Ana —responde él con una sonrisa pícara.

Me dice que estoy hermosa. Le digo que él también se ve guapo. Subimos al auto.

—¿A qué restaurante vamos? —pregunto.

Solo se ríe y saca una venda del bolsillo.

—A ninguno. Será sorpresa. Pero tendrás que confiar en mí.

—Confío en ti, Jey —le respondo, y me dejo vendar los ojos.

Minutos después, el auto se detiene.

—Llegamos —dice. Me ayuda a bajar, me toma de la mano. Estoy nerviosa, pero emocionada. Me apoya contra el auto y me besa, luego susurra en mi oído:

—Hoy tendrás la mejor noche de tu vida, Anastasia. Jamás la olvidarás.

Escucho el sonido de una llave, una puerta que se abre.

—Quítate la venda —me dice.

Lo hago… y quedo sin palabras.

—¡Sorpresa! —dice Jey, con una sonrisa que me derrite.

MI CHICA PERFECTA 😍 [En Edición] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora