Prólogo

42 3 0
                                    

El cielo era de un celeste apagado que comenzaba a mancharse de anaranjado. Era un día caluroso de otoño y disfrutaba la visión de mi mejor amigo durmiendo cerca mío sobre el suave y denso pasto. Levanté mi cabeza un poco para verlo a la cara... simplemente perfecto. Su pecho se movía profundamente con cada respiración, su boca un poco abierta, su gesto relajado, sus espesas pestañas descansando sobre sus hermosos pómulos.

Acerqué mi mano a su pecho para sentir el calor emanar de su cuerpo y la paz de su alma se apoderó de mi. Podía sentir su corazón palpitar más fuerte con mi toque. La sensación de bienestar que recorría mi cuerpo junto a su calidez comenzaba ya a acelerar mi corazón que bombeaba sin parar llevando la sangre hacia abajo en donde ya se empezaba a notar mi erección. Levanté las rodillas para disimularlo y miré a Nico, pero él aún tenía sus ojos cerrados.

 Me arrimé a él y disfruté de la sensual imagen de mi amigo durmiendo a mi lado. Me relajé y dejé caer mis párpados para transportarme en un intenso sueño junto a la persona que amaba en secreto y no podía tener.

Todo tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora