23 de abril

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—Oye, no entres ahí. Dicen que hay un dragón.

Sabra estuvo a punto de poner los ojos en blanco.

—Dicen, no. Hay un dragón. Por eso voy a entrar.

—¿Qué? ¿Estás loca?

Volvió la cabeza para que la otra chica viera en su rostro su determinación.

—Tengo un plan —el tono le traicionó, mostrando el miedo que sentía en realidad.

Los ojos de la chica decían lo mismo que sus últimas palabras.

—Ese dragón está herido y hay que hacer algo—La expresión de la chica se suavizó, aún así el miedo seguía en su mirada —. Yo soy la primera que sabe lo peligroso que es, pero no puedo dejarle así.

La chica se quedó en silencio mirándola. Volvió los ojos a la entrada de la cueva y luego a ella de nuevo. Suspiró.

—Vale —dijo mientras se quitaba una goma de la muñeca para atarse el cabello cobrizo —. Te ayudaré.

Georgina, Sabra y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora