Capítulo 1: "La mejor amiga"

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Mi interés amoroso comenzó a temprana edad, creo que por ahí, a mis 8 años. Sin embargo, desde el principio estaba destinado a fracasar.

Mi familia conformada por los típicos padres que son religiosos cuando les conviene, me inculcaron desde siempre que la homosexualidad era un pecado, que estaba mal y que, si alguna persona osaba cometer tal acto inmoral, ardería en el infierno.

A mi corta edad, era completamente influenciable de aquellos dichos y por ende, el solo hecho de fijarme en mi amiga, se sentía demasiado mal, al punto, en que ni confesarlo a mis padres podía.

Ahora, hablemos de mi amiga, la llamaremos Amanda. Ella era una chica de tes clara, ojos almendrados y una sonrisa que enloquecería a cualquiera y sí, le iba muy bien con los chicos.

Éramos vecinas, nuestras madres eran amigas, pasábamos todo los días juntas y al ser su mejor amiga, también era su confidente.

Yo no fui para nada su primer amor, ella se fijó en un chico que vivía a 3 casas de la suya, lo llamaremos Claudio.

Claudio era un tanto mayor, atractivo, sonrisa perfecta, alto, rulos perfectos y se fijó en Amanda como era de esperarse. Sin embargo, esa relación no funcionó por la diferencia de edad, la inmadurez y aunque detesto admitirlo, me hizo feliz que eso acabará.

Por otro lado, mis cercanos pensaban que me gustaba su primo, el cual, en ese tiempo era mi mejor amigo y por alguna razón, por pasar tanto tiempo juntos en el colegio y en las tardes libres, ya me habían hasta casado con él. Realmente yo me sentía incómoda y creo que dije un par de veces en voz alta que no me gustaba, pero nunca le pregunté a él lo que sentía. Siempre asumí que simplemente éramos amigos.

Tras el fracaso amoroso de Amanda, en uno de los muchos días que nos quedamos solas en casa, pasó lo más inesperado, nos besamos.

Debo decir que fue un beso torpe y con mucha baba, notablemente ninguna de las dos sabía hacerlo bien, pero sucedió y de ahí, por fin pude admitirme a mi misma que ella me gustaba, sin embargo, nunca se lo dije, pues perder a mi amiga, no estaba en mis planos.

Posterior a ese beso, comenzó un experimento entre nosotras. La curiosidad sobre nuestros cuerpos, los sentimientos y claramente de los besos, nos invadió.

Nos dejamos llevar cada que estábamos solas, pues en el fondo, ambas sabíamos que eso era "malo", al menos, eso nos decían nuestros padres.

Nos gustaba tocarnos, besarnos y luego fingir que no había pasado nada, que estuvimos jugando toda la tarde como niñas normales.

Nunca supe si para ella fue amor o simple curiosidad, tampoco tuve valor de preguntarlo, la respuesta me asustaba.

Finalmente, esa amistad acabó, no por confusiones amorosas, sino por malos entendidos, rumores y orgullo.

Lo gracioso de todo esto, es que aún hoy en día, a veces la veo, pues sigue siendo mi vecina, pero no háblamos. A veces nos quedamos mirando, pero ninguna de las dos se atreve a decir algo y creo que nunca le iría a hablar para decirle "¿Te acuerdas que fuiste mi primer beso?".

La eterna enamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora