Capítulo único

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Valiosos momentos.
EdelClaude.
Semi-AU + OoC.
Capítulo único.

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El monasterio se sentía tan melancólico ese día, todo se debía a la profunda tristeza que Byleth esparcía por donde sea que pasaba no desaparecía tan fácilmente. Desde que había llegado al monasterio para hacer de profesor siempre dio lo mejor de sí, no era un chico de muchas palabras, sin embargo cuando sonreía transmitía un sentimiento de confianza reconfortante. Por lo que, verlo caminar por los pasillos con esa mirada apagada y cargando con el dolor por la muerte de su padre en silencio hacía del monasterio un lugar lleno de melancolía.

Incluso cuando supervisaba el entrenamiento de la casa de los leones azules como un favor a Manuela, se notaba que su mente estaba fuera de él. Edelgard podía notarlo, viendo a través del ventanal de un pasillo cualquiera, estaba por llegar a la biblioteca pero se detuvo a observar por el ventanal colorido, la luz que se reflejaba allí y posteriormente en su pálido rostro le distrajeron. Estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no notó cuando Claude estaba observandola de cerca.

—Edelgard.

Ella le escucha y deja que su nombre haga eco en su mente. Mira por el rabillo de su ojo al moreno sin decir nada.

—¿Qué sucede, Claude? —aventura, no es que le molestaba su presencia, pero deseaba estar a solas en esos momentos porque algo llamado remordimiento le estaba molestando.

—Nada, solo quería decir que tuvieras cuidado con esa rata.

Ella suelta un grito para apartarse de su sitio en busca de refugiarse detrás de Claude, sin embargo al ver que no había ninguna rata golpeó a Claude de manera que no pudiera romper su hombro con mucha molestia. En cuanto a él, solo soltó una carcajada, ese era uno de esos momentos en los que podían mostrar esa faceta que ocultaban a otros, en la soledad de un pasillo común y solitario.

—¡Eres un...! —Edelgard maldecía la ocasión en la que el chico había descubierto de su miedo por las ratas. Gracias a ese vergonzosa debilidad, la usaba en su contra para molestarla las veces que podía.

—No puedo quedarme quieto. Lo siento princesa, déjame consolarte, tranquila, tu grito a ahuyentado a la rata —le guiñó un ojo acercándose a ella para luego besarle tan cerca de la comisura de sus labios. A veces las preocupaciones de sonrojarse la molestaban, pero en ese instante ya había estado sonrojada desde antes que el movimiento de Claude no le causo reacción alguna más que calmar su enojo hasta cierto punto. Si bien mostrarse relajados frente al otro era un secreto, el romance entre ellos también lo era.

—¿No deberías estar haciendo algo productivo? —inquirió cuando sus mejillas volvieron a ser pálidas— Me preocupa que te vuelvas holgazán igual a Hilda.

—Vaya ¿estás preocupada por mi? Eso es nuevo.

Edelgard no despegó su mirada de él por un par de segundos, suspiró y desvió la mirada para volverse a la ventana.

—Olvida lo que dije.

No sé retractaria para nada, pero esperaba que Von Riegan olvidase aquello. Últimamente, con los acontecimientos y la carga en sus hombros, deseaba desesperadamente alejar a todo el mundo. Pero mentiría si dijera que eso era lo que realmente quería, no había cosa que la torturara más que nada que el hecho de estar sola.

—¿Te pasa algo?

—No. Solo iba a la biblioteca y me detuve a ver a través del ventanal. El profesor Byleth se ve... está sufriendo, aunque no de la manera en la que imagine. Supongo que los mercenarios deben reprimir sus emociones también.

—¿Quienes más deberían reprimir sus emociones? No, la verdadera pregunta es ¿por qué reprimir tus emociones? —Claude no le quitaba la vista al perfil de la princesa. Ella no se inmutó ante sus palabras, solo seguía viendo a través del colorido ventanal, recordando los buenos y valiosos momentos que había creado junto a las águilas negras en el monasterio durante todo ese tiempo. En especial el hecho de que había caído por Claude, tan vergonzoso y lamentable que ni siquiera repuso en lo que sus labios pidieron acontinuación.

—¿Podrías tomar mi mano?

Él se quedó observando a través del ventanal, seguramente escuchó mal porque era imposible que Edelgard pudiera hacer tal petición, sin embargo cuando volteó a verla y vio esa triste mirada, no supo que decir.

En realidad no dijo e hizo nada, fue Edelgard quien volvió a hablar mientras se alejaba de él.

—Olvida lo que dije.

No pierdas tu vista del objetivo, no lo hagas. Se repitió así misma, convenciendose de que pronto te daría que poner en marcha la siguiente fase de su plan y olvidar todo aquella boba ilusión de crear valiosos momentos sabiendo que el tiempo traicionaba.

Y aunque le llegase a doler, tendría que deshacerse de Claude también. Todos los obstáculos serían aplastados, sin excepciones.





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