Sabía que acababa de prometer guardar un secreto importante y bastante desagradable, pero en el momento en el que _________ se levantó de su silla, decidió irse derechita a la oficina de Kelly. Podía confiar en Kelly. Y tenía que contárselo a alguien o no podría sobrevivir a todo aquello.
Cuando salió del despacho de Jenkins, con los ojos puestos en el suelo, su mirada recayó en un par tennis tipo skate. Se detuvo, y lentamente subió la cabeza y se encontró con el mismísimo Tom Kaulitz delante de ella. Sintió cómo se le helaba la sangre de las venas, al mismo tiempo que le temblaba el cuerpo con una sensación de lujuria absoluta. Aparte de lo de las venas, que se debía a la inminente mentira, aquella era la reacción que normalmente tenía cuando se encontraba con él.
Por supuesto, había aprendido a disimularla muy bien. Solo era cuestión de sentido común. Todas las mujeres de la oficina —o del planeta, en realidad— se volvían locas cuando Tom Kaulitz entraba en una habitación, con sus atractivos vaqueros desgarrados y sus playeras vintage, con aquellas trenzas negras sobre su cabeza que ridículamente lo asian ver mas jodidamente sexy y un par de ojos color marron que parecían un lugar fácil en el cual ahogarse. No tenía sentido disfrutar de ello, así que simplemente había aprendido a mirar a otro sitio, de esta forma evitaba perderse en aquella mirada intensa e imaginar cómo sería la sensación de notar la presión de aquella protuberancia que se escondía tras su cremallera.
E incluso después de esos tres años, apenas lo conocía. Él trabajaba desde casa —o desde discotecas, o lugares de exploración varios; —solo paraba una vez a la semana para encontrarse con Jenkins detrás de una puerta cerrada. No asistía a las horas felices de la oficina, ni a las comidas, ni a las fiestas de Navidad, simplemente se pasaba por allí, como una estrella de rock segura y atractiva, sin apenas mirarla cuando pasaba por su lado. Claro que normalmente, ella le dedicaba un corto y simpático «Eh». Justo lo que él le decía ahora, en el momento en el que ella se encontraba con sus ojos y se le humedecían las bragas.
—Eh —dijo ella como respuesta, intentando ocultar su reacción.
—¿Está dentro? —pasó por delante de ella, y se dirigió a la oficina de Jenkins.
—Sí—fue la contestación más compleja que pudo articular.
Él hizo una leve inclinación de cabeza como respuesta y se coló dentro, cerrando la puerta tras él.Y ella se quedó allí parada, observando el trozo de madera que acababa de separarlos; el corazón le latía todavía con demasiada rapidez.
Pronto, habría muy poco que los mantuviera separados. Iba a pasar una semana entera muy cerca de aquel hombre —Tom Kaulitz, dios griego—, empapándose de su conocimiento, respirando prácticamente el mismo aire que él.
Sintió vergüenza, al acordarse del pacto que acababa de hacer con el mismo demonio, y se dio cuenta de lo sorprendentemente fácil que le resultaba pensar en su jefe de aquella manera. Después, hizo lo que había planeado y se dirigió hacia la oficina de Kelly por el pasillo; ahora era _________ la persona que cerraba la puerta.—¿Te has hecho con la exclusiva? —Kelly la miraba desde la pantalla de su ordenador; todavía parecía perfecta con su traje ajustado de color rojo, y el pelo rubio recogido hacia arriba.
_________ parpadeó nerviosamente como respuesta.
—Oh, sí, la he conseguido.
—Entonces, suéltala.
—Es un secreto.
—Pero vas a contármelo de todas maneras, ¿verdad?
_________ se inclinó hacia delante.
—Solo prométeme que no vas a decírselo a nadie, Kel. Es muy probable que Jenkins me despida si esto sale a la luz, de ambos trabajos —puso los ojos en blanco al darse cuenta de la locura que suponía todo aquello.
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Siete y una noches con Tom Kaulitz (hot)
RomanceAviso: Esta novela puede tener contenido algo "explicito" Dicho esto, espero que os guste.