NevillexTheodore

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Las plantas siempre han sido su realidad y forma de vivir.

Cuando necesitaba llorar acudía siempre al invernadero a estar sólo. Estudiando siempre estaba en la parte de plantas, donde siempre olía a hierba fresca. Cuando simplemente quería ir al baño veía en algun lavabo viejo restos de moho. En las ventanas de su habitación, al observar bien se encontraba maleza trepando por el antiguo castillo, intentando tocar el sol deseperadamente.

Andando por los pasillos de Hogwarts observaba la hierba mala crecer entre las losas y los adolescentes al andar por los pasadizos, pisándolas con un crujido ensordecedor amortiguado por risas adolecentes e infantiles. Desayunando en el Gran Comedor encontraba a un chico untarse un aguacate en su tostada.

En clases de pociones las salas se llenan de mezclas extrañas y explosivas de plantas que hacen a Neville delirar. Almuerzos con ensaladas de todo tipo y Hagrid hablando con los profesores, con olor a campo despues de un día duro. Al merendar agarraba un bizcocho y salía a las afueras de la institución a observar el ocaso y el paisaje adornado de pinos. Recostado, Neville espera a que la luz desaparezca del todo y se revuelca en el pasto, feliz.

Espera un poco más antes de marchar a sabiendas de que alguien le estaba obserbando. Se asusta al momento y pregunta por su acompañante.

-¿Porqué me observabas, Nott?

-¿Das por hecho que te espiaba a ti, entre todos los alumnos de Hogwarts? -encara Theodore.

Neville suspira sereno, ¿de verdad piensan que es tan estúpido? Sí. Justamente eso. No había nadie mas allí y siempre estás cerca, al parecer no pudo decirle eso.

-Vi que me has estado mirando todo el día, tu mirada quema, duele el alma y te hace girarte. -su tono es acusador, retador.

-Vale, tú sabes bien que lo seguiré haciendo. Esto pasa una vez al mes, cuando ya te hartas y no pararé.

-No, me gusta que lo hagas, es reconfortante saber que hay alguien que se preocupa por ti y eso.

-Ya. Es de noche, volvamos adentro.-mira al cielo y luego a Longbottom, para andar a dentro y agitarle la mano despreocupadamente al igual que elegante, todo un sangre pura- Hasta mañana.

-Adiós. -Neville lo sigue por la espalda fresco como un rosal completo una mañana despertando con rocío en cada pétalo.

Siguieron andando pasillo por pasillo apegandose cada vez, rezando por que cuerpos se tocasen al menos segundos.

Neville jamás sabrá de donde sacó el impulso de parar enfrente de Theo, agarrarlo de la camisa y estampar sus labios en un beso brusco y torpe.

Tal vez fuese que viniera ese día de Herbología y apestara a plantas viejas, que tuviera un poco de césped esparcido por toda la túnica o que su cabello parecía un arbusto de lo desordenado que estaba.

Se dedicaron besos pequeños, fugaces, mordidas, lamidas, besos con lengua, caricias, arranques y desesperos. Todo con el misma esencia y el mismo ardor.

Acabaron haciendo el amor en el cuarto de escobas; despidiendose y prometiendose ver mañana, con aroma a hojas del sauce boxeador que habían llegado a esas puertas por el viento y una vatanal de par en par.

Mandrágoras (One-Shots) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora