Capitulo uno.

6.9K 314 11
                                    

POV ALEXA.

Vivíamos en Seattle cuando mi mamá estaba a punto de tener a mi hermana, Anna.
Todo iba bien hasta que llegó el día del parto, cuando mi padre vino a enseñarme a mi hermana, es como si el mejor y el peor día de mi vida se hubieran puesto de acuerdo para combinarse.
Mamá no había sobrevivido, fue mucho para ella, pero siempre iba a estar agradecida por dejar conmigo alguien que me acompañaría todos los días.

Mi padre se hizo cargo de nosotras, ocupaba el lugar de toda una familia completa él solo, siempre estaba cada vez que lo necesitábamos y tenía las palabras correctas para cada momento. Creo que nunca supe de alguien que ame más a una persona de lo que él demostraba amarnos.

Mi mundo se vino abajo aquella noche al terminar su trabajo en el hospital, estaba tenso y sus ojos estaban rojos e hinchados, se había pasado todo el camino llorando.
Fue directo a sentarse en el sofá frente a mi, cada minuto que pasaba parecían interminables.

— Cariño... Alexa.

— Solo suéltalo, lo que sea que tengas que decir.

— Tengo —su voz se quebró por completo.

— Papa ¿que ocurre? ¿que tienes? Me estás asustando —dijo la más pequeña de la casa bajando por las escaleras.

Me imaginaba miles de cosas, pero nunca eso. Nunca se podría decir cual fue en verdad el momento mas duro en nuestras vidas.

— Tengo cáncer, esta demasiado avanzado.

Soltó sin más, esas palabras resonaban en mi cabeza una y otra, y otra vez.

— Pero... eso se puede tratar —lo miré esperando alguna respuesta positiva de su parte, pero nunca llegó—. ¿Hace cuánto lo sabes?

— Unos tres años. El doctor dice que no me queda mucho, de verdad lo siento cielo.

— ¿Te vas a ir como mamá? —la voz aguda y ronca de mi hermana demostraba como intentaba retener el llanto y él no dudó en estrecharla en sus brazos.

— No, no. Tu no puedes dejarnos. ¡Eres lo único que tenemos! —mi vista comenzaba a verse borrosa por las lágrimas que luchaban para no caer.

— No sabes cuanto más que tu deseo que esto sea un error pero no es así y no puedo seguir ocultandoloselos —acaricio la mejilla de Annie deshaciéndose de las lagrimas y dirigió sus ojos hacia mi—. Mi niña hermosa... eres la imagen de tu madre y se que eres igual de fuerte que ella, apuesto a que esta orgullosa de ti —nos rodeo con sus brazos a ambas intentando apaciguar los tantos sentimientos que nos destruían por dentro en ese momento—. Hice todo lo que estuvo a mi alcance. Trate de darles lo mejor y que nunca les falte nada, son lo que más amo en el mundo y me duele, me rompe el corazón tener que abandonarlas, dejarlas solas donde esta lleno de cosas que aún desconocen.

Beso nuestras frentes y nos la pasamos llorando en sus brazos el resto de la noche, pase horas tratando de asumir que no me quedaba mucho con él, que aún que no sea de manera voluntaria, nos dejaría.

— Las amo, nunca olviden eso.

Por más que me costara debía ser fuerte por él tal y como lo fue siempre conmigo, pero también debía serlo por mi hermana, ella era demasiado apegada a nuestro padre y a mi, le costaba hacer amigos y no le gustaba socializar con las personas, ellos tampoco se lo facilitaban.
Ahora era yo la que debía apoyarlos y acompañar en cada momento sin importar que.

Pasamos esas dos semanas haciendo lo que más amábamos juntos, aprovechando cada minuto hasta el último.
Esa tarde llegamos a casa muy cansados luego de ver una película. Anna se fue directo a dormir, con papa cenamos y se puso a tararear la canción que mamá compuso para nosotras... aquella que siempre me cantaba todas las noches desde que se enteró que yo existía dentro de ella y desde entonces papa se ocupó de tomar su lugar.

"Cuando llegaste, a mi corazón alegraste.
Cuanta belleza, hay en tu corazón, cuanta dulzura... en tu interior.
Verte crecer, es mi mayor recompensa
Y tu sonrisa, me da fortaleza
Eres la expresión del amor, eres perfecta
Mi perfecta, gracias por ser mi princesa
Gracias por estar aquí, gracias doy por tu sonrisa

Cada día, por estar junto a mi... junto a mi"

A estas alturas su voz ya se había quebrado y ambos permanecimos abrazados.
La vida no siempre es justa con todos. De saber que esa sería la última vez que tendría oportunidad de abrazarlo jamás lo hubiera soltado.
Al día siguiente ya ni siquiera despertó, el doctor dijo que fue lo mejor. Solo agradecí que haya pasado sin ningún sufrimiento de por medio.

En su funeral solo asistieron 5 personas contándonos a nosotras. Su doctor, un amigo y su hermano, nuestro tío.

Al tener diecisiete años no podía vivir sola, y menos hacerme cargo de una niña de nueve así que tendría que ir con mi único pariente de sangre vivo. Nunca tuvimos contacto con él solo lo había visto unas cuantas veces de cuando íbamos a visitarlo con papá. Lo único que recuerdo es que era policía o algo así.


●●●

El camino hacia Itswich, lugar donde vivía nuestro tío James fue silencioso.
Recordaba el camino a la perfección, estaba ansiosa por volver a ver a mi amigo Marcus, lo conocí la primera vez que vine de visita acá y desde ese día nos hicimos muy unidos.
Siempre que venia lo visitaba e incluso vivíamos hablando horas por teléfono, tanto que mama decía que debería ponerme a trabajar para pagar la factura cuando llegara a fin de mes.

Veía los árboles pasar con la cabeza apoyada desde la ventana del asiento trasero.
El lugar se veía tranquilo, realmente hermoso. Mi lugar favorito siempre fue el bosque, estaba rodeado de calma, de pequeña me escapaba con Marcus, travesuras que cualquier niño hace para divertirse.

Al llegar se dejo ver una cabaña de madera lo suficientemente grande, esta estaba un poco escondida ya que no había más casas por su alrededor.
Por dentro se encontraba bastante ordenada igual que como la recordaba.

— Yo bajo lo más pesado, tu baja esos dos bolsos que quedan —indico James.

— Si, ya voy.

Nunca me había agradado por completo, no le gustaba la presencia de mi madre aquí y no había razón para ello, pero si reconocía que lo que estaba haciendo por nosotras significaba mucho.

— Tío —dije dudosa de sobre como llamarlo— ¿donde está mi habitación?

Él se encontraba sentado en el sofá con una botella de cerveza en la mano derecha mirando la televisión.

— La tuya es la ultima del pasillo y la de tu hermana es la que está a la izquierda, ya la lleve para que se ponga cómoda.

— Gracias por todo —le agradecí de forma sincera.

Él sólo hizo un gesto con su mano y yo por mi parte me apresure a tomar mis cosas e ir al cuarto que me asigno. James nunca había sido de esos tíos afectivos, pero no significaba que fuera un mal tipo y nadie le exigiría nada luego de saber por el momento que pasaba. Nosotras perdimos a nuestro padre, si, pero el también había perdido a su hermano.

IndomableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora