Amelia aún no podía creerse que Luisita hubiese aceptado ser su socia y que estuviese tan cercana, tan relajada y tan feliz con ella en ese pequeño espacio ahora llenos de cajas y libros.La observaba, de reojo, mirar cada portada de cada libro y tener todo un diálogo interno sobre donde ponerlo para que se vendiera mejor. Sabía que eso es lo que pasaba en su cabecita, porque Amelia lo sabía todo de Luisita.
Sabía que le gustaba desayunar tostadas de pan de pueblo, con aceite y jamón, los domingos, cuando no tenía que ir a trabajar y que le encantaba comer algo dulce después, algo pequeñito y con chocolate, el "postre del desayuno" lo llamaba ella.
Sabía que a Luisita le entusiasmaba ver cómo llovía con la ventana abierta, porque así podía oler el petricor. Le recordaba a cuando su abuelo Pelayo le contaba historias de su niñez en Asturias y de cómo allí llovía diferente, más bonito, pero con ese mismo olor. Él le decía que ese perfume le acercaba más a su querida tierra.
Sabía que tenía un lunar en la cadera derecha, pequeñito, casi invisible para cualquiera, menos para Amelia. Ella lo había besado cientos de veces.
Sabía que cuando fruncía el ceño mirando a alguna parte, estaba teniendo una conversación consigo misma sobre cómo hacer algo, y eso es lo que Luisita hacía en ese momento.
Amelia la admiraba en silencio, no quería molestarla, no quería que Luisita se diera cuenta de que la miraba, no quería volver a asustarla.
Había tenido una discusión consigo misma hacía unos días: "Amelia Ledesma, no puedes seguir intentando besarla, ni mirarla con esos ojos hambrientos, ni decirle nada que le haga sentir tan incómoda. Vas a terminar espantándola, se irá y no puedes vivir sin tenerla en tu vida, aunque sea como socia y nada más"
Socias. Solo socias. Le dolía, pero al menos podía verla todos los días, al menos podía mirarla de reojo, al menos podía oler su perfume al pasar por su lado "¡Dios, qué bien olía! Era el olor de estar en casa"
- ¡Amelia! ¡Amelia!- se asustó y descubrió a una Luisita chasqueando los dedos delante de su cara con una sonrisa extraña.
- ¿Eh? Ay, dime Luisita, perdona...eeemmm...estaba...aaahhh...-dijo nerviosa.
- Si, ya te he visto, estabas en babia, hija- estaba riendo.
- Perdona- dijo la morena algo sonrojada- ¿Qué me decías?
- Te decía que creo que falta un libro en el pedido que hice ayer. Estaba mirando la lista y creo que no pedí que enviaran este- dijo señalando un nombre escrito en el papel que tenía en la mano.
- Ah...pues...ahora llamo yo, no te preocupes- Amelia miraba a todas partes menos a Luisita.
- ¿Pasa algo?- dijo la rubia con mirada de preocupación.
- Si...o sea...no...es que...- balbuceaba Amelia, ¿Cuándo se le había olvidado cómo hablar?- es que...estaba pensando en...¡el casero!...si, eso, el casero. Aún me preocupa que nos pille- carraspeó.
- Vaya- dijo con una sonrisa pícara- pensaba que te habías puesto así de nerviosa porque te había pillado embobada mirándome mientras colocaba los libros- Luisita comenzó a reír.
Amelia abrió los ojos de manera casi cómica. La había pillado, aunque no parecía molesta. Punto a su favor, pensó.
-Ya...bueno...culpa tuya- dijo Amelia decidida.
- ¿Mía?
- Si, es lo que tiene ser socia de la chica más bonita de todo Madrid, se me van los ojos- de perdidos al río, pensó.
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Solo socias.
FanfictionAmelia Ledesma tiene el firme propósito de contenerse con Luisita ¿podrá conseguirlo? One shot #Luimelia