Parte I

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Draco estudió la mesa críticamente, girando el candelabro un cuarto de vuelta. Después de un momento, lo puso de nuevo donde estaba, después se forzó a sí mismo a alejarse del romántico conjunto de mesa, sus manos a los lados. Los platos relucían. Incluso había un mantel de mesa crema pálido solo para esa noche.

Porque esa noche era una muy especial.

Podía sentir nudos en su estómago. Había tardado dos años en llegar a este punto. Dos años desde que su mundo había sido completamente arrojado sobre su culo y reconstruido, para lo mejor, enfrentando y aceptando verdades sobre sí mismo que había ignorado, evitado, o que simplemente se había negado a reconocer. Dos años desde que conoció a Harry en esa playa en Wiltshire.

Un hombre solitario alejado del mundo y escondiéndose tanto como podía debajo de suéteres tejidos de lana y algodón.

Un hombre increíble que Draco había crecido para amar. Al final, realmente no importaba cómo se encontraron el uno al otro, solo sabía que estaba listo para dar el siguiente paso. Draco sabía cuáles eran sus sentimientos, y qué quería hacer con ellos.

Draco nunca dudó lo afortunado que fue de encontrar a Harry y cómo Harry ayudó a Draco a convertirse en el hombre que era ahora. Una nueva casa, un nuevo trabajo, y una vida que jamás habría imaginado. Ahora no podría imaginarla de otra manera, sino solo con Harry. Draco tenía planes para esa noche, su aniversario, la pequeña caja de terciopelo ardía en su bolsillo delantero como si estuviera hecha de lava. Lo estuvo planeando desde que encontraron la nueva casa, después de mudarse de la casa de Zacharias el verano pasado.

Construyeron un hogar juntos, mezclaron sus vidas hasta que no era solo la de Harry o la de Draco, sino de los dos. No ocurrió sin sus dificultades, sin unas cuantas peleas, pero estaban aprendiendo del otro. Draco era más feliz con Harry.

El único problema que tenía, mientras le echaba otra mirada impaciente al reloj en la pared, era que Harry aún no llegaba a casa de su última clase del día.

Un momento después, Gou ladró y Draco tembló, muy perdido en sus zumbantes pensamientos. Gou corrió hacia la puerta y Draco vio cómo esta se abría, su corazón dio un pequeño aleteo. Siempre reaccionaba así cuando veía a Harry después de estar lejos por más de unas cuantas horas.

―Hola, amigo― Harry saludó, dando palmaditas a la cabeza del perro ―¿Draco?― Agarró su mochila, deslizándola en el suelo por la puerta con un ruido fuerte y un suspiro aliviado

―Justo aquí, bebé― dejó el rincón del comedor y se acercó a Harry en la entrada. Levantando una mano, la enredó a través del cabello de Harry. Ya había molestado a su hombre por no habérselo cortado. Harry era impresionante de igual forma y Draco lo amaba. Amaba el tacto, el calor, su increíble sedosidad. Era meramente una parte de lo que sentía por Harry.

Con sus dedos enterrados en aquellas hebras catañas, impulsó a Harry hacia adelante, se estremeció cuando palmas ansiosas se aferraron al pecho de Draco. La mejor parte de volver a casa. Presionó hasta que Harry se derrotó, abriéndose para la invasión lánguida. Un suave gemido demostró el placer de Harry.

Lamió los cálidos labios de Harry, y lo dejó ir.

―¿Cómo estuvo tu día?―

―Largo― Contestó Harry. Un vistazo por encima del hombro de Draco provocó que los ojos de Harry se abrieran con un brillo en sus profundos ojos verdes, astuto e indulgentemente sorprendido. Una profunda inhalación seguida de un ruido bajo aclararon que aprobaba el menú de la noche ―Veo que has estado ocupado―

¡Cómeme! (drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora