12 de Septiembre. 7:30 de la mañana. Primer día de instituto.
Sonó mi despertador por tercera vez de haberlo apagado para poder continuar durmiendo. Ya rendida, decidí levantarme para no llegar tarde el primer día de mi nuevo instituto. Me tomé una ducha y cuando terminé me puse mi bata roja alrededor de mi cuerpo y una toalla en la cabeza para que se me secara el pelo más rápido. Fui a mi habitación y decidí ponerme unos tejanos color caqui con una camiseta ancha de manga corta de rayas azules y blancas con cuello en forma de “V”, y mis converse blancas. Nada del otro mundo. Miré la hora y eran las ocho. Debía estar allí a las nueve, cosa que significaba que iba muy bien de tiempo. Bajé a la cocina y me tomé un vaso de agua, como siempre, ya que por la mañana me suele sentar mal toda la comida. Mi padre apareció por la puerta ya vestido y preparado para llevarme al instituto.
-Buenos días, ¿Estas preparada? - Me preguntó mi padre mientras se tomaba su café y encendía la radio.
-Supongo. Me llevarás tu, ¿verdad? - Le pregunté, casi suplicándole con la mirada.
-Sí, pero ten claro que no te pienso llevar todos los días. No está tan lejos, solo son diez minutos andando.
-Vale. -Bufé, y subí las escaleras hacia mi habitación. Me maquillé solo con un poco de máscara en las pestañas y la raya negra de abajo, como usualmente hacía. Me puse mi colonia favorita y me saqué la toalla de mi cabeza, dejándolo húmedo y ondulado. Me puse espuma y me cogí los primeros mechones de mi largo y castaño pelo, que caían por mi cara hacia atrás con un clip. Volví a mirar la hora y ya eran y cuarenta. Me puse la mochila en la espalda y cogí mi móvil y los auriculares de la mesita de noche. Estiré la sábana de mi cama para que quedase mas ordenado y bajé otra vez. Mi padre ya estaba esperándome en el sofá mientras miraba la televisión.
-¿Vamos? - Le pregunté mientras cogía las llaves del recibidor. Sin contestarme, se levantó y salió por la puerta. Lo seguí y cerré la puerta. Me senté al lado del copiloto del coche, lo puso en marcha y nos fuimos.
Hace falta remarcar que mis padres están separados. Mi madre vive en España, mi país natal, junto con mi hermana y su novio, que por cierto, no lo soportaba. He vivido toda mi vida allí. El problema también era que sentía como que no encajaba en mi antiguo instituto, ni en el colegio cuando iba a primaria, o básicamente no encajaba en esa ciudad. A parte de que no me sentía a gusto ahí, también quería pasar más tiempo con mi padre, que se fue a vivir a Londres cuando mis ellos se separaron. Solo lo veía en Navidad, Semana Santa y me quedaba con él dos meses de las vacaciones de verano. Cuando cumplí los diecisiete años, el único regalo que pedí fue irme con mi padre todo el año entero. Me costó convencer a mi madre de que me dejase ir, pero lo conseguí. Así que aquí estoy, en Londres, con mi padre, y yendo hacia mi nuevo instituto.
Llegamos, y paró delante de la puerta principal de lo que parecía el instituto. Era exageradamente enorme. Hasta daba un poco de respeto. Muchos chicos y chicas hablaban en grupos, aunque no se diferenciaban bien los populares de los empollones, cosa que era bastante raro, ya que en mi ciudad el instituto se basaba en los grupos sociales.
-Recuerda, a las dos estaré aquí esperándote. No tardes, ¿vale? - Me preguntó mi padre antes de irme.
-Vale. - Le respondí rodando los ojos y riéndome un poco. Salí del coche y di un golpe con la puerta, haciendo que toda la atención se prestase en mí. Me dirigí hasta la puerta, aún con la mirada de todos puestos en mí, y fui a lo que era la recepción.
-Buenos días, soy Jaiden Walters. ¿Me podría dar el horario y decirme mi clase, por favor? - Le pregunté a una señora de unos cuarenta y pocos años, que estaba de pie mirando unos papeles en la mesa antes de que llegara. Por lo que veía era alta, de piel muy blanca y con el pelo corto de color negro y unos ojos marrones casi negros que transmitían tranquilidad.
-¡Si! Tú eres la nueva, ¿verdad? Toma, tu horario y tus libros. Tu clase es la número 36. Si necesitas algo pídemelo. - Me dijo dándomelo todo.
-Gracias. - Me dí la vuelta y continué andando buscando mi clase. Aún no había sonado la campana, así que en el pasillo había gente hablando, algunos con sus mochilas, y otros no, lo que supuse que ya la habían dejado dentro de su clase. Llegué a la clase 36 y vi a unos cuatro chicos hablando encima de una mesa al lado de la ventana, otro grupo estaba en el medio, también algunos encima de la mesa y otros sentados en las sillas metidos en la conversación, y otros que estaban sentados individualmente en sus asientos ya con los libros y el estuche preparado en la mesa. No sabía si quedaba algun sitio libre, así que me la jugué y me senté en una mesa en el fondo, lejos de los dos grupos que estaban hablando. Obviamente ya me habían visto, y sabía que todos estaban hablando de mi, ya que se giraban para mirarme. Nada más sentarme, se me acercaron los chicos que estaban sentados en el medio de la clase. Una de esas personas era una chica rubia, de ojos marrones y bajita. Vestía bastante casual, con unos tejanos y una camiseta de manga corta y vans negras. Fue la primera en hablar.
-¡Hola! Soy Natalie, pero llámame Nat. - Me dijo la rubia, que parecía bastante maja.
-Soy Jaiden, pero llámame Jaiden. - Le respondí. Se rieron un poco de mi pequeña broma mientras me levantaba de la silla, porque si no me sentía muy intimidada por ellos.
-Chase. - Se presentó un chico alto, de cabello oscuro y ojos marrones, que tenía una gran sonrisa en la cara.
-Blair, encantada. - Me dijo la última chica, que también era rubia, pero esta tenía unos ojos azules que envidiaban. Su cuerpo se parecía al de una modelo. Era realmente guapa. La tal Blair se me tiró encima y me abrazó. Fue un poco raro, ya que la acababa de conocer, pero esto me hizo coger confianza.
Me pasé el día con ellos. Me enseñaron todo el instituto, y me hablaron de con quien podría llevarme bien y con quien era mejor que no me acercase. Eran muy simpáticos, y por lo menos había empezado el primer día con buen pié, y esperaba que siempre fuese así.
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Please, don't leave me.
Teen FictionEstaba cansada de todo. Siempre la misma rutina, la misma gente y la misma ciudad. Quería cambios. Dicen que los cambios de aire suelen ir bien, ¿no? “Pues por qué no?”, me preguntaba cada día. En mi antiguo instituto no era la típica chica popular...