Te Amo

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Eres especial. Eres muy especial. Es una locura, lo sé. No sé en qué me he liado, lo único que sé es que, bueno, ¿Te amo, es la palabra? Sí, creo que esa es la palabra que mi padre le susurraba a mi madre cuando esta deliraba en una cama de hospital.

Te amo, te amo. ¿Por qué te amo? No lo sé, no tengo idea de cómo lo sé, o que esto sea lo que creo que siento. Sé que estoy loco, pero, te amo, confío en ti más de lo que creí que podría confíar.

Amor, ¿Qué significa eso? Quienes dicen que aman a alguien hacen todo por ese alguien. La cuidan, se preocupan, cambian por esa persona, quieren que esa persona vea la mejor parte de uno, y es lo que he estado haciendo.

¡Dios! ¿Cómo llegué a este punto? ¿Cómo llegué a escribir algo para alguien que me ve como, no lo sé, un alienígena? No lo sé, actualmente no poseo conocimiento de nada, ¿Así se siente amar a alguien? Me hace sentir diferente, me provoca pensar en que todo lo que he hecho es malo, ¿Puedo pasar de robar carros a ser a quien le roban el carro?

Odio cuando recuerdo cómo nos conocimos, uhg, fue tan vergonzoso, tan incómodo; juro nunca haberme sentido así hasta que te vi entrar por esa puerta. No fue amor a primera, de hecho, como dice la primera palabra de este párrafo: te odie. Sentí ira correr por mí. Dos meses después me hablaste sobre porqué querías acercarte a mí, de la razón por la que viniste, de que querías que fuéramos «amigos». Odié la idea, pero vi como te dolía mi actitud, por lo que, pensé, es mejor ignorante a menos que me hables que tratarte mal.

Y lo hice.

Cuando me llamabas no te trataba mal, pero era capaz de estar en la misma habitación que tú, por horas, y haría como si no te conociera.

Luego llegó ese día, ese día en el que entré a tu habitación por un juguete mío, y encontré tu diario. Ese librito de color negro que describía y revelaba todis tus secretos. Y, bueno, aún sentía un ligero odio hacia ti, así, ¿Que no sería genial encontrar algo que te avergonzara?

Puede que fue un error, una salvación, pero decidí leer lo último que escribiste, y lo sabía porque allí, entre dos ojos en medio del libro, había un lápiz. Empecé a leer con una sonrisa de maldad, la cuál disminuyo mientras más leía, hasta llegar al final y sentir mi corazón partirse, y mi cuerpo ser invadido por la culpa.

«Me gusta, pero me odia, supongo que debo ser cortante, por nuestro bien».

Había escrito mi nombre con algunos corazones.

Leía más atrás, buscando donde hablara de mí (lo cual era fácil porque escribía mi nombre con una letra diferente, rodeándolo de corazones.

Cerré el libro con fuerza, saliendo con prisa de la habitación, llegando a la mía, dónde me encerré y tiré a la cama.

Empecé a llorar, ese día llorar por primera vez en años. Lloré de verdad, no para convencer a alguien. Te había lastimado, y tú solo querías ayudarme. Sentías cariño incondicional hacia mí, el cuál moría lentamente con cada día.

Los días pasaron, y empecé a verte de otra forma. Tenía más paciencia, notaba detalles en ti, tics, manías. Cómo acariciabas tu cabello oscuro cuando yo sí hablaba contigo, como te daba ansiedad estar sin hacer nada, muchas cosas. Una de las mejores, que había saltado por alto: tu rostro estaba ardornado por pecas, es solo que, ¡Wow! La persona que odio, y que me quiere, tiene algo por lo que caería de rodillas. Hermosas pecas rojizas que combinaban con tus ojos miel.

Noté que eras hermosa. Físicamente, de actitud, de gusto, de personalidad, me empezaba a rendir ante ti.

¿Recuerdas esa vez en la que yo inicié la conversación, por primera vez? La forma en la que me miraste, como te brillaron los ojos, como retiraste tus lentes de trabajo de tu rostro, wow, fuiste hermosa.

Lamento decir que, ahora qué sé que te amo, también sé que debo alejarme de ti, lo siento.

Pero, oye, te amo.

Te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora