N/O:
Era un día tranquilo. Tranquilo y un tanto aburrido, pues pasados los exámenes finales, la paz extrema reina en la escuela.
Mike y Trollino se encontraban sentados en alguna parte de los amplios jardines del instituto. A l castaño le gustaba mucho pasar el tiempo en las áreas verdes, pues ahí fácilmente podías jugar, recostarte, charlar, leer... Es un lugar multifuncional.
-¿Y ahora qué sigue?- Pregunto Mike hambriento mientras sacaba muy desesperadamente su desayuno, pues el hambre la consumía.
-Esperar las calificaciones y a los chicos.- Contesto Trollino mientras miraba su celular.
-Hope.
Al terminar su almuerzo, Mike se recostó en el suave pasto. Dio un ligero vistazo a todo el campus, el cual estaba repleto de gente, pues al fin los estudiantes disfrutaban la libertad que otorgaba la llegada de las vacaciones. Su atención se centró en algunos grupos de gente que, a pesar de ser demasiadas personas juntas, fácilmente uno lograba distinguir a algunas parejas, las cuales se veían muy felices. El castaño volteo a ver a Trollino, quien aún se encontraba enfrascado en su teléfono.
Pronto la tranquilidad y aquellas desveladas de las últimas dos semanas empezaban a ganar territorio. A cada minuto que pasaba, sus parpados se sentían más y más pesados. Solo era cuestión de tiempo para que cayera dormido. El ojiazul se percató del cansancio que se reflejaba en la cara del castaño. Dejo a un lado su celular y llamo al ojigris.
-¿Qué?
-Ven aquí conmigo, que puedo cumplir funciones de almohada.
Mike se incorporó rápidamente. Choco con aquellos ojos azules que tanto le gustaban. Creía que el azabache solo le estaba jugando una broma, pero al observar aquella sonrisa amistosa se olvidó de todas sus sospechas
-Vente pues, la invitación es por tiempo limitado.
Mike no se lo pensó dos veces y se recostó en las piernas del azabache. Trollino comenzó a acariciar el cabello del chico. Sabía que con este ligero acto, calmaría por completo todas las tensiones que han estado presentes en estos últimos días. El ojigris encontró un poco extraño aquel movimiento, pero de igual manera lo encontraba cálido y gratificante. De nuevo miro a su compañero. Para su sorpresa ya no se encontraba viendo su móvil, sino que se encontraba observando todo lo que tenía a su alrededor. Pronto, las caricias provenientes de Trollino cumplían su cometido: dar tranquilidad al contrario.
La brisa daba aún más serenidad a aquel maravilloso dia, y a el ojiazul le fascinaba. Minutos después, se percató de que su amigo había caído profundamente dormido. Se quedó mirando por un rato aquel rostro que, a su definición, era hermoso. En ese momento se le notaba tranquilo y apacible. Tan frágil y tierno... Un sentimiento protector surgió dentro de él. No quería separarse nunca más de Mike, quería estar cerca de el para protegerlo, apoyarlo.... Para amarlo. Sobre todo lo último, pues lo que más anhelaba.
-¡Señor Trollino! Es usted todo un galán- Grito Timba a su mejor amigo. A su lado se encontraban los demás compadretes, quienes aseguraron de tomar una foto de excelente calidad de su shipeo favorito: el Mikellino.
Trollino se encontraba tan perdido en sus pensamientos que no noto la llegada de sus amigos. Gracias al llamado de Timba se dio cuenta de su presencia, logrando así que el chico diera un ligero salto en su lugar despertando al castaño.
-¿Ya es hora de irnos?- Pregunto Mike en voz muy baja mientras se tallaba los ojos.
Trollino por su parte, se encontraba más rojo cual jitomate. Por supuesto que sus amigos conocían sus sentimientos hacia el castaño, pero no quería verse como un acosador, y puede que aquella escena sea interpretada como algo similar por parte de sus amigos.
Ya era tiempo de marcharse. Los coMPas aun reían y no por aquella bella escena que presenciaron, sino por la cara de su amigo al ser descubierto con las manos en la masa. Trollino, que caminaba a un lado de Mike, aun presentaba ese tono rojo carmesí en su rostro. El ojigris, por otra parte no entendía lo que estaba pasando, y así se quedaría con aquella duda.
