Capítulo único

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Richard miró con estupor las acciones del grandullón, hundido en la labor de hacer pequeñas montañas de bolitas de papel, había oído la anécdota de Jensen hacía bastante tiempo en el rodaje, sin embargo, presenciarlo le pareció curioso. Entre abrió los labios en búsqueda de una palabra concisa, no quería arrollar cuál bestia la primera cita con Padalecki.

Por más extraña que sea la situación, quería conservarlo cómo una agradable y amena, nada fuera de lo normal.

—¿Te molesta? —rompió el pensamiento Jared con una ceja enmarcada, clavándole la mirada con incertidumbre, con los dedos bailando en el borde de la servilleta a medio destripar.

—No, es... raro —apretó los labios, haciendo unos ademanes para intensificar la expresión.

—¿Raro?

—Cuándo Jen lo contó pensé que era una burla, no está mal, sólo que no le encuentro el propósito —explicó rápido mas no atropelló las palabras.

—Me impacienta tener que esperar demasiado en un lugar repleto de personas, me sofoco, Rich —le tocó narrar con tranquilidad, pasándose una mano por el cabello inconscientemente. Jared realizó una mueca por ello, y Richard se rió entre dientes.

—No me cierro a los tríos pero, no traigas a Sam a la cena... —comentó con gracia, dándole un trago a la cerveza que tenía servida—. No pensé que te resultaría sofocante, Jay, podemos irnos, lo último que quiero es tenerte con presión baja, con una denuncia por amenazar al medio ambiente y el peor recuerdo de nuestro primer paso al escalón del éxito.

Padalecki soltó la moribunda servilleta, aplastándola en la mesa, riéndose entre dientes con el revolotear que únicamente causaba Speight; al conectar miradas cómo en ese instante. Echándole leña al sentimiento que nació espontáneamente en el instante que se quedó mirando más de lo que debería su perfil o se desviaba a los disimulados detalles de su rostro.

El pequeño hombrecillo tenía magia, un carácter encantador y una belleza mas allá de la física. Jared cayó redondo en los pies del director en cuánto menos pensó, habían coqueteos entre líneas, las platicas se extendían indefinidamente, plantaron más reuniones informales, se dió de una manera excesivamente natural e irreal. Richard también perdió la cabeza por el castaño de preciosos ojos multicolor y personalidad amable, cariñosa, alegre, podría hacer un listado de virtudes de ese grandullón, porque no las diría, no a los cuatro vientos.

La atmósfera se pinchó con la voz aguda de la camarera quién repartió los platos en orden de pedido con una sonrisa al llegar y irse, porqué existen personas solamente amables en el mundo trabajando, no todas quieren ligar con la clientela. Jared llegó a agradecer con una sonrisa de la misma talle que la mujer, atrayendo el plato abundante de pato a la naranja, cortesía de elecciones Speight.

—Lo que acabas de decirme, ¿no será un fetiche? —cuestionó, probando con el tenedor la cena.

—¿Juego de roles? No —alargó la vocal haciéndose el desentendido.

—No me molestaría realmente...

—Tal vez sí, entonces.

Nuevamente las risas discretas de Padalecki se hicieron escuchar, formulando una sonrisa en el más bajo; no lo veía con tensión, agobiado o cómo denominó sofocado, eso trata el alma al cuerpo.

—¿Y, no me dirás que es el mejor pato a la naranja que has comido en la vida? —alardeó por haber escogido el modesto restaurante.

—Me gusta... cómo me gustas tú.

—¿Ya puedo decir que estamos sabiendo oficialmente? —concluyó, con el corazón latiendo desbocado.

—Sí, sí puedes —aceptó con una sonrisa, estirando una mano por encima de la mesa para enredar los largos dedos en los de Richard con cariño.

Será precipitado, sonaría a una completa locura o una relación que no durará unos escasos meses cómo máximo, posiblemente algunos piensen que quizás ni siquiera tenían gustos en común. No obstante, la opinión de terceros no importaba en ese instante, no importó cuándo compartieron el primer beso al despedirse en el automóvil de Jared, no importaba cuándo Richard enrollaba las piernas en la cintura de Padalecki, no importaba cuándo el universo se paraba al estar juntos. Y es precipitado pero, están seguros de sentir exactamente, sentir ese amor que los envuelve por dentro y quema, están locamente seguros que están enamorados el uno del otro, que no será efímero, no será una aventura, no será un experimento, será una buena relación entre dos personas que verdaderamente se aman.

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