O1.

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– ¡Goo! —chilló una linda chica— ¡Baja a comer, hijo! Se enfriará.

Con una sonrisa, un lindo castañito se asomaba desde su recámara, bajando cuidadosamente con ayuda de su padre quién lo estaba ya esperando al principio de la rampa.

Sí, la casa de JeonGguk tenía rampas en ciertos lugares para facilitar la vida y el traslado de su pequeño a causa de su discapacidad, quien la sufría desde hace algunos años. Después de tener un accidente, un coche lamentablemente impacto con el pequeño Jeon cuando tenía simplemente 6 años. Es por ello que necesitaba ese tipo de ayuda.

– ¿Qué comeremos hoy, mamá? —preguntó el castañito ya estando abajo y frente a su progenitora— Tengo mucha hambre, pasé todo el día estudiando allá arriba, ya me hace falta un bocado.

– Hice tu comida favorita, Goo. —sonrío aquella chica, con dulzura— y hablando sobre tus estudios, mañana vendrá un maestro muy prestigiado. Él podrá enseñar más y mucho mejor.

JeonGguk chasqueó su lengua, con molestía. Si algo tenía Jeon y mucho, era orgullo, a él siempre le gustó hacer sus cosas sin ayuda de nadie, pues para él tener invalidez, no era un obstáculo para conseguir lo que quería.

– Mamá, ¿Qué te he dicho? ¡No me gusta que pienses que no puedo estudiar yo solito! Puedo hacerlo, no me gusta que me presione nadie. —musitó el menor posando sus manos en aquella silla, impulsándose hasta aquella mesada donde esperaba su cena ya lista—

– Gguk, no empieces. Sabés que lo hacemos por tu bien, hijo. —habló ésta vez su progenitor, evidentemente harto de la situación— No eres un incompetente, pero esto te ayudará. Dale una oportunidad al profesor Kim, porque es el último maestro que contrataremos para ti. Todos acaban renunciando a enseñarte.

Y era cierto, el castañito había tenido alrededor de 7 maestros en su corta vida, quienes acababan tan agotados psicológicamente a causa de la actitud del menor. El menor encontrándose inconforme con que alguien más le enseñará, no encontraba más salida que ser un hijo de puta con sus profesores, causando por inercia que estos tirarán la toalla ante un niñato tan cabrón como lo podía llegar a ser Jeon.

– Per- —Protestó siendo interrumpido—

– Pero nada, Gguk. Sin protestas ni reclamos, sino me veré obligado a quitarte la consola de videojuegos.

– Ahg... de acuerdo, papá. Le daré una oportunidad a ese tal Profesor Kim. —Soltó entre un suspiro— Veremos si él no tira la toalla tan rápido.

Mentiría si dijera que no estaba para nada enojado y lo había aceptado. A él nadie le enseñaría, él nutriría sus conocimientos con sus propios puntos de vista. Si algo se le dificultaba al castañito era aceptar puntos de vista ajenos a él y los suyos, por lo que prefería no relacionarse con muchas personas, incluyendo a sus antiguos profesores.

Pero lo que él desconocía, era que Kim TaeHyung no iba a ser nada fácil. Él usaría muchas otras maneras con el niñato para enseñar a respetarlo.

𝕸𝖆𝖊𝖘𝖙𝖗𝖔 𝕶𝖎𝖒. ❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora