seis.

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JiMin escanea su reflejo en el espejo empañado. 

Mira el color melocotón de su piel brillante, pecosa y sonrosada por el vapor del agua caliente que todavía lo empapa en algunos lugares expectantes. Su boca de corazón es como una cereza madura, con un toque sensual que acompaña a la vista dorada de sus clavículas y complementa su expresión de querubín. Se fija en sus pestañas perladas y en el cabello negro, húmedo en las puntas mientras enmarca su mirada dibujada con pena e impaciencia. Y saluda con un encogimiento a las oleadas de nervios que se comen sus mejillas, con gotitas frías hasta que el rubor le lame el cuello también y necesita moverse para no dar marcha atrás.  

De repente, estar consciente de que una delgada toalla es lo único que cubre su cuerpo es demasiado... aterrador. Y emocionante, tanto que su garganta se atasca por la presión del sentimiento y se desespera con la siguiente respiración. 

—Vamos, JiMin —se llama en un susurro, todavía observando cómo la miel de sus ojos se moja y rueda a través de su temblor —Solo es Ggukie, no hay nada que temer.  

Solo es el chico de quien estoy enamorado. Si es honesto dentro de su cabecita tormentosa, ese pequeño recordatorio no le calma en lo absoluto. Pero a estas alturas, nada podría hacerlo.

Una de sus manos asegura el nudo de la toalla sobre el pecho y la otra, un poco más inquieta, busca su celular en el estante del lavamanos mientras vuelve a darse un vistazo. Ya no hay mucho que pueda hacer en su aspecto para verse como lo más deseable-que-existe, en lo que su humilde opinión respecta y realmente, realmente espera que JeonGguk piense lo mismo. Si no lo hace, bueno, él podría rodar debajo de la mesa y maldecir toda la vida porque nunca se ha esforzado tanto en sí mismo como en ese momento. 

Dios, incluso aprendió en tiempo récord cómo utilizar la perra y molesta ducha anal. Si no consigue que lo destrocen de todas las maneras que ha soñado durante medio año, entonces nada lo hará. O tal vez solo debería decir en voz alta sus más escondidos secretos, pero es tan gracioso cómo su pudor lo engulle vivo cada vez que lo considera. 

JiMin es un chiste y no se molesta en aparentar lo contrario. Déjenlo, está chiquito): y todos lo adoran así. 

—Culo si no sales ahora, Park —se dice una última vez, ahora mirando la puerta que lo separa del dormitorio y su novio despistado —Demuéstrale al mundo que tu mami tuvo un hijo suavecito y gay ¡pero con las bolas en donde deben estar y bien sujetas!

Olé. 

Está maniobrando con la cámara del teléfono cuando se encuentra con la espalda de JeonGguk. Su novio se mantiene sentado en el borde de la cama, con las piernas ligeramente abiertas y absorto en los personajes, estruendos y movimientos que iluminan la gran pantalla del televisor; tan atento al videojuego que no ha notado siquiera la presencia de JiMin. O tal vez sí y espera a que se pegue a su costado para prestarle atención, para mimarlo distraídamente como tanto le gusta hacerlo o llenarle la cara con besos de chocolate que expresan más amor del que se pensaría. Porque no importa que tan ocupado Gguk esté, si JiMin entra en su burbuja personal, él siempre encontrará la manera para demostrarle que puede hacerse cargo de sus necesidades de novio meloso, éstas que quieren cariño y calor cada vez.  

Las atenciones de JeonGguk, su forma de sostenerlo y quererlo endulzan cada centímetro, cada pedacito vivo y sensible de JiMin. Incluso ahora, cuando sus intenciones quieren llegar a mucho más que solo suaves caricias inocentes, se encuentra anhelando escabullirse en sus brazos para poder ser mimado; todo en él se ha programado para asociar a Gguk con confort y satisfacción. 

Pero por otro lado, la realidad es que JiMin ya llegó al punto de me voy a quemar si no te salto encima en este preciso instante maldita seAAa, por lo que su corazón de pollo, desbordante de amor por su chico le disculpa cada pensamiento impropio del horario familiar y se hace a un lado que pueda terminar con su tan imprevisto plan. 

Después de un apresurado suspiro, alza su celular y empieza a grabar —Ggukie. 

—¿Sí, nene? —JeonGguk responde, pero no se despega de su diversión para mirarlo. 

—Ggukieee —canturrea una vez más, enfocando un poquito más de cerca. 

—En un momento, JiMinie. 

Dando un par de pasos hacia su novio concentrado, vuelve a intentar —¡Ggukie! 

Entonces, JeonGguk finalmente se gira y sus ojos de estrellas se pegan en JiMin. Y la toalla cae un segundo después, con la pantalla del celular grabando la exacta reacción de Jeon en la aplicación.  






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⏰ Última actualización: May 02, 2020 ⏰

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