Prólogo

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En realidad, mi vida iba muy bien últimamente, tanto que ya estaba sospechando que algo malo vendría. Y si que tenía razón.

Estaba en mi departamento alistándome para salir con Yeri a un café como todos los martes por la tarde hasta que mi mamá me llamó por teléfono varías veces. Las primeras dos no le contesté porque a veces solía llamarme para decirme que no me olvide de ordenar mi lugar pero cuando iba por el quinto tono, se me hizo muy extraño.

Al contestarle, me contó todo los que habían dicho los ministros acerca del nuevo coronavirus y que por esta enfermedad, todo el gobierno se había puesto de acuerdo con iniciar una cuarentena desde el día siguiente considerando su letalidad. Así es como mi pesadilla inició.

Soy de esas personas que no se pueden quedar quietas. Casi nunca estoy encerrada por cuatro paredes más de un día y ahora me pedían que esté así por casi un mes. Vivo sola, no tenía mascota ni compañera de habitación y mi novio y yo habíamos cortados hace unas semanas así que eso resaltaría en una soledad absoluta.

Me empecé a quitar los tacones de punta de aguja y los aretes de aros dorados que estaban en mis orejas y salí al balcón y empecé a gritar mientras agarraba mi cara con mis manos. También soy una persona muy escandalosa y no me daba vergüenza expresar mis sentimientos. Justo antes de gritar alguna mala palabra, alguien me dijo callo. Vire mi cabeza, sabia de quien se trataba exactamente.

Victor Dabios, un genio introvertido que iba ya en sexto año de universidad. Guapo, pero su cabello largo negro y su bufanda azul marino siempre tapaban la mayoría de su cara, pero a pesar de todo eso, tenía un genio insoportable. Era mi vecino desde hacía más de dos años y casi no lo conocía para nada. Las únicas veces que nos habíamos cruzado la palabra fue el día que nos conocimos en la universidad (algo que no fue muy bien) y cuando el me pedía a mi que guardara silencio. Pero ese día, extrañamente le hablé muy naturalmente.

—¿Escuchaste las noticias?—le pregunté aun exaltada. —Nos quedaremos encerrados en nuestros lugares por más de un mes.—termine

Él ni siquiera se molestó en verme, seguía sentado en su silla blanca con la vista a la cuidad, mirando uno de sus libros polvorientos. Paso un rato en incómodo silencio esperando su respuesta hasta que al final contesto.

—Lo sé.—dijo tranquilo con su voz grave.—Yo si estoy atento a las noticias.

Me mostré ofendida y después un poco enojada.

—Bueno señor genio...—al decir esto levantó brevemente su mirada por primera vez en toda la conversación. Puso una cara superior y esperó a que continuara.—No me esperaba menos de ti.

Creo que espero que dijera algo más interesante porque su mirada regresó al pesado libro. Me quede parada al frente de el esperando que se me ocurra algo más que decir. Él a continuación cerró su libro con fuerza y se levantó despacio mirándome. Por un momento me entro nerviosismo. Se paró al frente de mi mientras me miraba fijamente, esa mirada fría y sin emociones que tenía, a veces parecía la de una persona muerta.

—¿Qu...qué pasa?—le pregunté dejando en evidente un poco de mi nerviosismo. Jamás en tantos meses habíamos estado tan cerca.

—Bloqueas mi camino a mi puerta.—contesto el mostrándose educado pero bien irritado. Yo me viré y efectivamente, atrás mío estaba su departamento.

—Ah... jejeje disculpa...me—logré tartamudear y el apartando su vista de mi  camino mientras me movía a un lado dejándolo pasar.

Una vez que cerró su puerta. Di un gran respiro. Eso si que dio miedo. Me coloqué al frente de la gran vista de la cuidad y al mismo tiempo puse mis brazos en el respaldar.

"Esta será una larga cuarentena".

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Hola! Les habla la autora! Espero que les guste la historia, de verdad la e estado pensando mucho y espero que la disfruten como yo.

Mi Amor en Cuarentena Donde viven las historias. Descúbrelo ahora