pantheon

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Atreus nació en las hostiles laderas del Monte Targón y fue bautizado en honor a una estrella de la constelación de la Guerra, conocida como Pantheon.

Desde temprana edad, supo que estaba destinado para la batalla. Como muchos de su tribu, entrenó para unirse a la orden militar de Rakkor, los Ra'Horak. A pesar de no ser el guerrero más talentoso, de alguna manera Atreus perseveró, poniéndose de pie, ensangrentado y malherido, tras cada combate. Con el tiempo, desarrolló una feroz rivalidad con un compañero recluta, Pylas; no obstante, sin importar cuántas veces lanzaran a Atreus contra las rocas, él volvía a incorporarse. Pylas estaba sorprendido por su resistencia implacable y, mediante la sangre derramada en el círculo de entrenamiento, nació una verdadera hermandad.

Atreus y Pylas estuvieron entre los Rakkor que se enfrentaron a una incursión bárbara y sobrevivieron la emboscada que aniquiló al resto de su patrulla. Cuando el Aspecto del sol se rehusó a destruir a los invasores, Atreus y Pylas juraron capturar el poder de los aspectos con sus propias manos y escalaron hasta la cima del Monte Targón.

Como muchos antes que ellos, subestimaron qué tan arduo sería el ascenso, lo cual hizo que Pylas desfalleciera poco antes de alcanzar la cumbre. Solo quedó Atreus cuando los cielos se abrieron, convirtiéndolo en huésped de un aspecto divino, con el poder que requería la venganza.

Sin embargo, quien regresó a Rakkor portando una lanza y un escudo refulgiendo con grandeza celestial no era un hombre. Era el Aspecto de la guerra encarnado. Era Pantheon. Tras juzgar a Atreus como un guerrero indigno, quien solo había conocido la derrota, el aspecto se apoderó de su cuerpo para alcanzar sus propios fines, tareas consideradas demasiado poderosas para ser ejecutadas por los mortales.

Desterrado a los rincones más recónditos de su propia mente, Atreus soportó visiones confusas mientras el aspecto exploraba el mundo en busca de los darkin, armas vivientes creadas en una era pasada.

Con el tiempo, el darkin Aatrox, quien deseaba la cima de la montaña, incitó a pelear a Pantheon, no lejos del Monte Targón. Su pelea ascendió en furia hasta los cielos y arrasó con los ejércitos de hombres que se encontraban abajo... hasta que ocurrió lo imposible. La espada matadioses del darkin atravesó el pecho de Pantheon, un golpe que borró la constelación de la guerra de los cielos.

Pero mientras el aspecto se desvanecía, Atreus, el hombre a quien había considerado débil, despertó una vez más. Empalado en la espada de Aatrox, con el poder menguante de las armas del aspecto, tomó una bocanada de aire y escupió al darkin en el rostro. Aatrox miró con desdén a Atreus y lo dejó morir.

Horas después, mientras los cuervos descendían, Atreus se reincorporó, adolorido, trastabillando en su camino de vuelta a los Rakkor, dejando una estela de sangre. Tras una vida de derrotas, su voluntad por vivir y su furia ante la traición fueron suficientes para esquivar la muerte que incluso había acabado con el propio Aspecto de la guerra.

Atreus se recuperó en la casa de Pylas, bajo los cuidados de la viuda de su amigo, Iula. Ahí, Atreus se percató de que había pasado su vida entera en busca de las estrellas, sin considerar lo que yacía debajo. A diferencia de los dioses, los mortales peleaban porque debían, sabiendo que la muerte los esperaba. Era una resiliencia que veía en todas las formas de vida, las amenazas interminables.

De hecho, ahora los invasores bárbaros amenazaban los asentamientos del norte de Rakkor, incluida la finca de Iula. A pesar de que faltaban meses para que fuera capaz de volver a levantar una lanza, Atreus estaba decidido a terminar con esta plaga con sus propias manos, por lo que se puso en marcha con las armas apagadas del aspecto.

Sin embargo, al llegar, encontró sitiados a sus enemigos. Por sus lamentos y por la abrumadora pestilencia de la sangre, supo que se habían enfrentado a Aatrox.

Atreus cayó en la cuenta de que había sido Aatrox quien condujo a los bárbaros hacia Targón. Si bien los consideraba enemigos, se parecían demasiado a los Rakkor: eran mortales que habían sufrido durante los combates entre poderes mayores. Atreus sintió una rabia fría hacia los darkin y los aspectos. No había ninguna diferencia entre ellos. Ellos eran el problema.

Atreus se posicionó entre los bárbaros y Aatrox. El darkin se burló de él al reconocer el golpeado escudo y la lanza del aspecto derrotado. ¿Qué esperanza tenía Atreus ahora, sin el poder de Pantheon? Pero, a pesar de que los golpes de Aatrox lo hicieron caer de rodillas, la voluntad de Atreus avivó la lanza del aspecto al escuchar los lamentos de quienes lo rodeaban. Con un salto poderoso, asestó un golpe que cercenó el brazo que sostenía la espada del darkin.

Tanto la espada como el darkin cayeron al suelo. Solo Atreus permaneció de pie, contemplando cómo la estrella que le daba su nombre resplandecía de nueva cuenta en los cielos.

A pesar de que en ocasiones anhela regresar a la finca de Iula, ese día Atreus juró hacerle frente a los aspectos, a los ascendidos, a los demonios y a todo aquel que esgrimiera un poder tan grande que solo sirviera para la destrucción. Tras renunciar a su propio nombre, se convirtió en un nuevo Pantheon, con las armas del aspecto alimentadas por la voluntad de combatir que solo existe frente a la muerte.

Con la partida del Pantheon divino, la guerra tendrá que renacer en un hombre.

fin

carrizo nahuel

instagram: nahuel_carrizo115

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⏰ Última actualización: Apr 30, 2020 ⏰

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