En mi defensa, puedo decir que no tuve que separar mis labios para articular palabra. En mi defensa puedo decir que él fue él culpable de que la vista me disminuya. En mi defensa puedo decir que él envió el primer mensaje, que no era la gran cosa, que ni siquiera llamaba la atención, y que para completar, utilizaba la cortapisa llamada inglés.
“Hello”
Su primer mensaje hacía mi persona fue un “hello”, yo estaba en discordia con ese idioma, él inglés no aceptaba mí amor hacía el español y por eso no me permitía entenderle, se prestaba a confundirme, no es que no supiera que significaba “hello”, él problema era que la conversación quizás se alargaría y no iba a estar en google traductor. En ese preciso momento, tome la peor decisión de mi vida, pasar de ese chico.
Fue un rato después que regreso ese típico sonido que te notifica que has recibido un mensaje en Facebook, él corrigió mi peor decisión con un “Hola, ¿hablas inglés o español?”, en mi defensa puedo decir que el insistió, y no se dio por vencido a la primera. La segunda vez, en su segundo intento, mis dedos tuvieron contacto con él teclado y respondieron, no me llama la atención siquiera su foto de perfil, no sé porque le respondí, mi primera palabra hacía él fue “español” ni siquiera me tome la molestia de escribir “hola”.
Ese 13 de diciembre del 2011, el día que nos conocimos, no tuvimos una conversación para festejar, jamás pensé llegar a interesarme en alguien como él, no sabía que me podía llegar a enamorar de palabras, de pensamientos, de una personalidad, no sabía que él sería las primeras lágrimas que derrame por un chico.
Ese 13 aprendí cosas de él, las básicas. Tenía 16 años, yo en mi defensa mentí tener 15, porque, en realidad tenía mucho menos que él, tenía 11, era una cría que apenas empezaba con las redes sociales, ni siquiera escribía muy bien, escribía para los perros, mi profesora de castellano debió reprobarme en ese entonces. También me revelo que era de El Salvador, y compartía varios hobbies conmigo, como el anime, y los fanfics. Era, y es escritor. Él como recompensa de que le haya agradado mi forma de ser tan inocente para esos tiempos de felicidad de antes me permitió leerle, y yo como recompensa a que él tuvo esa amabilidad y confianza conmigo, me tome la molestia de leerle, no solo sus fanfics, también su vida, y ese 13 de diciembre del 2011, conocí a ese chico, al que jamás me arrepentiré de haber conocido.
Ese chico inoportuno que te escribe en inglés y luego insiste probando con otro idioma, se llama José Miguel Abdala Ponce. Y ese nombre conformado por cuatro letras, "José", ese 13 de diciembre del 2011, decidió ocupar un espacio en mí vida.
Y así, empezó mi adicción a las redes sociales.
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A kilómetros.
RomanceYo soy una chica común y corriente desde mi propio punto de vista, protagonista de mi propia historia, adicta a conocer personas por la web, adicta a las incógnitas, me enloquece y atrae mi segunda vida, que se desarrolla a través del internet, este...