detrás de cámara, cix.

introducción

Jinyoung recuerda la madrugada de aquel martes mientras toma los últimos sorbos de su café.

Tan cargada de sonidos que podían desconcertar todos tus sentidos en cuestión de segundos. Las luces del bar, los olores que llenaban y ahogaban de a poco su garganta. Sentía que la piel se le erizaba al ritmo de la música, era tan extraño escuchar blues a tan altas horas de la noche. Como en cualquier escenario que irrumpirá la veracidad de la vida de un protagonista, llovía a cantaros.

"¿Bae Jinyoung? ¿Señor?"

La mano de un desconocido se posaba sobre sus hombros, invitándolo a bailar y tal vez a algo más. Aún así, Jinyoung estaba demasiado concentrado en la voz del otro lado de la línea. Las luces rojas cargadas de peligro llenaban su mente, la mano insistente que ahora se deslizaba por su brazo. Las palabras que no lograban salir de su boca, el estrés que llegaba de pronto y así comenzó a sudar. La realidad en el que se encontraba, en la cual se ocultó por tanto tiempo, se borró.

"¿Bae Jinyoung?" Jinyoung supone que algún sonido habrá escapado de su boca, porque la voz continuó con una conversación en la cual sólo participaba de receptor. Y en el estado de sus sentidos, ni siquiera era un buen receptor.

Había pasado un año desde la última vez.

"La encontramos, señor. Y lo necesitamos."

La encontramos, lo necesitamos. ¿Qué encontraron? ¿Y por qué lo necesitaban? O mejor dicho, quienes lo necesitaban.

"El señor Kim Yonghee está esperándolo en la estación. Los tres Kages restantes están viajando en este momento, llegarán en una semana." Kages, había pasado tanto tiempo desde la última vez que escuchó aquel nombre. ¿Los tres? ¿Los cinco... otra vez? "Este es su caso, por favor venga."

Y era verdad. Era su caso. El de los cinco. Byounggon, Seunghun, Hyunsuk, Yonghee y él. El cuerpo de su hermana había sido, finalmente, encontrado. Una desaparecida, una de las tantas... una que volvió. Y el problema comenzaba, realmente, ahora.

El caso por el cual había llorado tanto, volvía. Volvió. Terminó el último sorbo de su café cuando sonó la puerta de la habitación que ahora compartía con Yonghee, y los recibió. Los cinco, una vez más, los cinco.