Primer Capítulo

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Justin deja caer su cabeza cerca de mí. Al lado de mi brazo, ruedo los ojos. Es tan estúpido. Y a la vez tan guapo. Niego con la cabeza. Puede que sea sexy, y considerado uno de los más guapo del colegio, pero no es más que un niñato más con ganas de llamar la atención. La gente como él, me da pena.


Lo empujé suavemente con el brazo, con miedo a su reacción, es todo un enojón y a la primera oportunidad, me habla como si yo fuera peor que una mierda. Y aún así, me vuelve loca, como al resto del colegio, esa mirada tan provocativa y esa pequeña sonrisa seductora sin terminar de mostrar los dientes que muy pocas veces asoma.


- ¿Qué coño pasa?- gruña él levantando la cabeza y mirándome de mala manera.

- Estamos en medio de la clase, eso pasa- le digo en voz baja.

- ¿Y?- pregunta él mirándome sin darle importancia - déjame en paz, niña- vuelve a dejarse caer en la mesa ignorando al profesor que comienza a llamarle.

- Bieber, usted no esta aquí para dormir- le reprocha el profesor.

Justin levanta la cabeza con pereza y lo mira con cara de que me importa. - Es inevitable no hacerlo, su clase es un verdadero coñazo. - le dice.

Yo le miro con pereza y niego con la cabeza, siempre esta con esa actitud tan chulesca. 

La clase murmura cosas, el profesor sabe que tiene que hacer algo para zanjar aquello y no quedar mal, pero hace lo que todos:

- Se va de mi clase ahora mismo, si tan poco le importan sus estudios, es fácil. Deje el colegio. Pero a mí, no me venga a molestar. Siempre es igual con usted, me tiene cansado.

- Y usted a mí con sus charlas.

- Fuera de mi clase, me espera en dirección. - le dice molesto señalando la puerta


Justin se levanta con pereza y me mira y aparece su media sonrisa de lado, siempre tan coqueta, yo miro a otro lado para que no vea mi sonrojo. Él ríe por lo bajo y se marcha tranquilamente, caminando de esa forma tan personal suya y que ya muchos en el colegio imitan.


Que suerte la mía. Y con ese chico me toca hacer el trabajo de Biología. Por desgracia, lo tengo en todas las materias, menos en las optativas, mientras yo doy Francés, él da Medidas de Atención Educativa, o lo que es lo mismo, MAE. Una asignatura, por así llamarla, en la que no hacen absolutamente nada, salvo leer cualquier libro, fingir estudiar mientras en realidad estas con el móvil o, como en su caso, dedicarse a dormir sin importarle lo que diga su profesora. A veces me pregunto, que es lo que hace por la noches para tener que pasarse todo el día durmiendo. Pero, las veces que un profesor se atreve a preguntarle, él responde siempre lo mismo:


- No tiene que importarte, pero te daré el gusto... estaba haciendo ejercicio con una rubia, ya sabes- dice y guiña el ojo, los chicos de la clase sueltan carcajadas y algunas chicas ríen y otras, como yo, ruedan los ojos pensando lo idiota que es. Aunque, en el fondo, sé que están celosas por no haber sido ellas esas rubias. Lo se, porque es lo que siento yo a veces.


Y me odio por eso.  


El resto de la hora pasa rápido, y hay que admitir que de manera mucho más amena desde que "la oveja negra" de la clase (o del colegio, vete tu a saber) se fue. La campana suena y todo el mundo recoge sus cosas, yo lo hago sin prisas. Es hora de marcharme a casa y, sinceramente no tengo ganas. Pero es lo que me toca.



Me despido de mis amigas a la salida, ellas pueden quedarse más tiempo, tienen la suerte de que sus padres trabajan hasta tarde, por lo tanto pueden llegar a las nueve o diez a casa si les da la gana, ellos no se enterarían de que estuvieron fuera todas esas horas. Sin embargo, yo, no corro con la misma suerte. Y es que, desgraciadamente, mis padres están en paro.



Y si, es una verdadera putada. No es que antes me diera muchos caprichitos cuando lo tenían, pero ahora, hace más de dos meses que ni unas bragas me compro, si no cuento el sujetador del mes pasada donde los chinos. Y, aunque los chinos tengan mala fama en ropa, la verdad es que el sujetador, esta durando lo suyo, oye.

Llego a casa, y como es de esperar, ahí esta mi madre, sonriéndome y dándome la bienvenida. Ella se cree que soy idiota y que no me doy cuenta que estuvo llorando por la situación económica en la que estamos. Al menos, me queda el consuelo de saber que ella y mi padre, siguen unidos. Puedo presumir de que yo y mis "papis" (suena tan pijo, ¿a que si?) estamos unidos. Aun que, esta claro que hoy en día, ir presumiendo de algo así, teniendo diecisiete, es más bien considerada de pringada total. Aun que lo niegue, me influye mucho lo que los demás piensen de mi. Eso es otra gran mierda.



- Hola _____, ¿Cómo te fue hoy en el colegio?, ¿Algo nuevo con tus compañeros?- si señores, todavía me preguntan eso en casa.

- No mamá, todo bien. ¿Qué hay para comer?- pregunto hambrienta.

- Lentejas. -Le pongo cara de asco y ella me mira de mala gana- Es lo que hay, si quieres te las comes, si no las dejas- dice encogiéndose de hombros, siempre suelta ese dicho cuando no quiero lentejas, aunque tengo mis dudas referente a como se dice realmente. Se podría decir que ella lo personalizó así.

Ella me la pone en la mesa, con un pedazo de pan al lado, respiro resignada. Ya ni siquiera vale la pena que patalee como cuando era niña, siempre me las termino comiendo igual. Me llevo la primera cuchara a la boca, tengo que admitir que están muy buenas.

Y... Así fue como el tiburón se enamoró del pecesito, j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora