• Prólogo •

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Prólogo.

La primera vez que lo vio, tenía un aspecto rebelde, parecía haberse peleado con alguien al ver muchas heridas en la piel visible de su cuerpo.

Cruzaron miradas, uno se enamoró y el otro le aprecio indiferente, pero aún así sonrió. Sonrió para pedir una humeante taza de café.

Su sonrisa perduró hasta que salió del negocio y se perdió entre tanta gente, le llamo la atención, aún así no lo detuvo y esperó. Espero al día siguiente que llegara, no lo hizo.

Pasaron días, semanas y llegó a un mes, le vio, después de tanto tiempo lo volvió a ver, su cabello rojizo, sus ojos carmín, aquellos aretes hanafuda. Pero otra vez vino herido, ¿Que paso? No tiene respuesta y era muy cobarde para preguntarle o simplemente no quería meterse en asuntos personales.

Pidió lo mismo que la vez anterior y de la misma forma con una sonrisa, pero está se veía forzada. Esta vez no se fue, espero durante un largo rato hasta las 11:00 a esa hora cerraba su negocio, aún así con paciencia espero a que se fuera no lo hizo. Él de cabello azabache cambio el letrero de   "abierto" a "cerrado".

—¿Pasa algo? —le hablo por primera vez. Aún así el otro no respondió. Muichirou se sentó frente a el, esperando alguna reacción, no llego seguía sonriendo.

—No quiero estar sólo — expreso. Su mirada cambio, no había brillo, parecía un muerto en vida. Tokitou le miro con lástima, sabía que eso le iba a dañar pero no podía evitarlo.

Le abrazo, el de ojos rojizos lloró, grito pero después de tanto tiempo se desahogo, sintió el calor de esa persona, por primera vez se sintió querido. El amor que transmitía lo relajó, tanto que terminó dormido.

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La mañana de ese día era extremadamente tranquila, como si en el día anterior los suceso del de ojos rojos no hubieran pasado para atormentar.

Se despertó en una cama, era muy cómoda, la paz que transmitía aquel cuarto era tranquilizador. La puerta siendo abierta hizo que saltara en su lugar.

—Veo que has despertado —dijo el azabache quien tenía con el una charola, encima de esta un plato de fruta, otro plato de panes tostados y huevo revuelto, para tomar tenía un jugo. —Será mejor que desayunes para reponer fuerza. Se que fui un poco entrometido, pero las heridas de tu espalda fueron tratadas, aún así. ¿Cómo te las hicistes? No parece de una pela o un accidente —el chico bajo la cabeza mientras apretaba la sábana que cubría parte de su cuerpo al estar sentado.

—Eso —murmuro casi inaudible.

—No me lo digas, no tienes por qué. Pero si el caso es que quieres escapar puedes quedarte unos días aquí —decia. Puesto que el de puntas verdes agua tenía una idea de los problemas que tal vez vive el chico.

—Gracias —respondio.

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03/May/20.

Tú Y Yo [MuiTan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora