único

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En su habitación, Jimin observó su figura a través del espejo sintiéndose de pronto muy nostálgico, quizá porque hoy cerraría una etapa en su vida.

Alisó su túnica de graduación y luego estiró la mano hacia su escritorio para tomar el birrete entre sus manos.

Se dio un último vistazo a su cuerpo completo y sus ojos no pudieron evitar descender hacia su cuello, justo donde una marca bonita resplandecía en el lateral de su piel blanca. De inmediato su corazón se contrajo en alivio. Su mente plagada en recuerdos que se formaban tan claros en su cabeza como si hubiese ocurrido ayer y no hace dos años.

Conocerlo fue algo rápido, brusco e inesperado, pero, a la vez con tanta emoción cargada que podía revivir los momentos tatuados en su piel una y otra vez, como ahora.

Aquel día de secundaria, había sido histérico, imposible de olvidar porque, ¿quién jodidos rayos conoce a su pareja predestinada de esa manera?

Dios, él solo iba caminando, sujetando la bandeja de almuerzo entre sus manos, buscando con la mirada a su grupo de amigos en algunas de las mesas del extenso comedor de su escuela, sin ser consciente que, frente a él, en el mismo camino, venía parte del equipo de baloncesto.

Era como un cliché, de esas películas americanas que veía tarde por la noche en Netflix cuando no hallaba otra cosa que hacer. Jimin se reía de ellas, por ser tan cursis e idealizadas sobre encuentros y amores imposibles que a la gente real no podría ocurrirle ni en un millón de años.

Pero la vida gustaba burlarse de él, aprovechándose de su personalidad despistada; y tonta torpeza y tonto equipo de baloncesto que no hacían más que pensar con las piernas en vez del cerebro cuando, uno de ellos, a modo de juego, empujó al jugador estrella -y alfa- Min Yoongi, de tal forma que, de un segundo a otro, Jimin tenía algo de sopa caliente manchando su uniforme, el culo doliendo contra la cerámica del suelo y el alfa frente a él embetunado en salsa y fideos, recibiendo casi todo el contenido de su almuerzo.

Jimin estaba estoico, estupefacto, ni siquiera las risas huecas y gruesas del equipo deportivo lo hicieron salir de su trance, tampoco su camiseta manchada apegada a su estómago, ni el dolor de su cuerpo por la caída.

Había algo en el aire, tan diferente que su mente solo podía enfocarse en eso, en aquella tensión cerniéndose como una bruma sobre él y que de pronto terminaría tragándolo por completo.

Como si algo lo hubiese golpeado de pronto, arrugó la nariz, desesperado cuando el aroma a cebollas y verduras cocidas quedaron al fondo, opacadas por una esencia más fuerte y completamente diferente; rosas búlgaras, manteca de cacao y algo más, algo suave, algo tan delicado que resultaba imposible para su lobo ignorarlo. Era diferente, atrayente, como si... como si fuese hecho exclusivamente para él. 

Sus ojos se abrieron de golpe, un inevitable jadeo se escapó de sus labios al momento justo cuando los ojos del jugador estrella lo hicieron también, como si hubiese reaccionado a su conducta.

Min Yoongi giró la cabeza demasiado rápido para un humano, sus brillantes ojos negros mirando a su dirección, escaneando la cara sorprendida y sonrojada de Jimin. Era inconsciente de lo que hacía en ese momento, pero Yoongi tenía el ceño fruncido, la nariz arrugada y los labios suavemente tensos.

LUCKY; yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora