Adora observaba el cielo, mientras su melena larga y dorada ondeaba al viento. Denise la miró asombrada, admirada. Entonces ella giró su cabeza y sus ojos se encontraron.
Adora era una semidiosa aún sin reconocer, rubia y con los ojos azules, que llevaba con mucho orgullo su sudadera sin mangas, gris y rota, que dejaba ver su nueva camiseta naranja, pertenecientes al Campamento Mestizo.
-¿Qué haces aquí? -preguntó ella, haciendo volver a la realidad a su amiga de la infancia.
- Lo mismo te puedo preguntar -se sentó a su lado, y su corta cabellera oscura ondeó durante unos segundos a causa de la brisa de la noche.
- Oye, tranquila. Está bien. El Tártaro...no es tan horrible. O por lo menos, para los monstruos.
Adora suspiró.
- Espero que tengas razón.
Las semidiosas se abrazaron, y una tenue brisa cálida las envolvió.