Yandere! Haikyuu [One-Shots]

Massacre • Kozume Kenma

Tokyo, Septiembre 7.

BRUTAL MASACRE EN PREPARATORIA NEKOMA, TOKYO:

     Mueren 36 alumnos de segundo año de preparatoria en un tiroteo a puertas cerradas.

     Dos alumnos desaparecidos sospechosos.

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El sonido de sus zapatos hacía eco en el desolado pasillo del complejo educativo. Paulatinos pero constantes, como si con cada paso que daba estaría reafirmando su decisión.

El corazón le latía desenfrenado, y podía sentir su caja torácica apenas siendo capaz de contenerlo en su lugar. Las piernas le temblaban, pero no le impidieron avanzar. Podía jurar que sentía su cerebro palpitar, como presagio de una migraña ensordecedora.

Su cuerpo se encontraba en la miseria y cada fibra de su ser se contraía con cada paso, reacio a sus impulsos. Incluso el cosquilleo que sentía en el estómago parecía darle náuseas. Pero estaba listo, y no perdería la oportunidad.

Un pequeño calor comenzaba a crecer en su pecho. Se sentía acogedor, podría jurar que le daba impulso. Aquella mirada dulce y compasiva se dibujó como una ilusión embriagante delante de sus ojos. Sintió su débil corazón estrujarse aún más.

Era el día, lo había deseado tanto.

Tenía que hacerlo.

Iba a hacerlo.

Apretó su mano sobre la pistola TEC-9 dentro del bolsillo de su sudadera del equipo de volleyball. Sintió el frío acero quemarle bajo la palma de su mano, pero intentó acostumbrarse a ello. En su mochila tenía 2 cargadores de 32 cartuchos, un silenciador y una navaja plegable por si acaso.

Cuando logró divisar la puerta del aula 2-A pudo sentir cómo su pecho se sumergía en un dolor agonizante. Su corazón se estrujaba y comprimía, retorciéndose dentro de el. Su boca comenzó a salivar.

Era una extraña catarsis de emociones danzantes dentro de él. En toda su vida jamás había sentido tantas cosas.

Todo fue siempre gris. Insulso.

Hasta que un ángel hechizó sus ojos.

Recordaba aquel día como si hubiera sido ayer. Desde entonces el tiempo era una ilusión, el muchacho rubio se encontraba disociando durante la mayor parte del día, sólo volvía a la realidad cuando estaba en la preparatoria.

Podría creerse que esto era debido a las brutales golpizas que sufría día a día, que lo arrastraban al aquí y ahora de manera violenta y humillante.

Pero no era eso, era ella.

Aún recuerda el sabor metálico de la sangre entre sus labios, cómo su cabeza punzaba tortuosamente reposada contra la pared de aquel pútrido callejón. Su mirada se volvía más y más difusa con cada patada que recibía.