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"Es fácil", pero incluso cuando Minhee forma esa oración en su cabeza, sabe que es un cliché y no sirve.

Pero cuando mira a Jungmo masticando su lápiz distraídamente contra la ventana, viéndose como el típico chico salido directo de un manga de romance, con las cejas fruncidas en concentración y un pie colgando debajo de la mesa, sabe que es verdad.

Amar a Jungmo es fácil.

Y afortunadamente para él, hay un poco de Jungmo en todo.

Él es todos los lugares que Minhee nunca visitó, pero que sabía de memoria por la forma en que Jungmo habló de ellos.

Él es la comida que a Minhee nunca le gustó, pero descubrió que le encantaba cocinar sólo para ver la feliz sonrisa de Jungmo al primer bocado.

Jungmo son todas las canciones que Minhee escucha tocar en el café al otro lado de la calle de la librería donde trabaja, canciones que hablan sobre la belleza escondida en el cielo y el sonido de las olas rompiendo con la orilla del mar.

Jungmo es su sol, de una manera que ni siquiera sus padres podrían haber predicho cuando le dieron ese nombre.

Porque el día de Minhee no comenzará hasta que Jungmo entre a la librería y le sonría; porque no importa la hora o el lugar, Minhee sentirá que todo se vuelve más brillante en el momento en que escucha su voz.

Y de esta manera, al ser Jungmo su sol, el acto de la naturaleza convierte a Minhee en un girasol.

Un mensaje de texto, un combo tonto, un rápido "¿Has comido?" entre sus horarios de trabajo y Minhee está perdido, cayendo en el vacío como si no hubiera nada más para lo que fue creado.

El hecho de que Jungmo podría estar ocupado desde la mañana hasta altas horas de la noche, pero aún así encuentra en su corazón un pequeño lugar para preguntar cómo va su día, porque es importante para él.

Minhee sabe que él no es lo que Jungmo debería tener, lo que él merece. Y en cierto modo, es como pensar menos de sí mismo, pero eso tampoco es exactamente así.

Siente que Jungmo merece algo mejor que un desertor de la universidad que vive en un apartamento de una habitación y trabaja en una librería destartalada y desierta.

Pero también quiere que Jungmo tenga una vida como en las películas.

Jungmo, su Jungmo, merece una vida soñada. Visitando los lugares que siempre estudia, viviendo la vida que siempre soñó.

No sólo eso: Jungmo merece a alguien que sepa cómo amarlo, cómo tratarlo, no alguien que no tiene ni idea del amor.

Minhee no sabe nada, y eso es todo lo que sabe.

Además, es conciente de que su corazón sangra cada vez que vislumbra a Jungmo, que no sabe cómo meter el mundo en un plato para poder ofrecérselo.

Su chico, su amor, su adorable Jungmo no merece nada más que cada grano de amor que hay en el universo. Y Minhee ni siquiera sabe por dónde empezar.

Él entiende, sin embargo, cómo mirar. Y observa, porque todo lo que hace Jungmo es un poema.

Desde la forma en que se pinta los labios con un suave y transparente color rosado, apoyando la barbilla sobre las rodillas, hasta la forma en que tararea las canciones que está escuchando sin siquiera darse cuenta de lo que está haciendo.

Hay poesía y rima en la forma en que Jungmo estudia sus tan queridos libros sobre arquitectura histórica, habla sobre construcciones modernas, combinándolas en su discurso sobre ingeniería de tráfico. Ningún autor reconocido en la historia de la literatura puede comparar la forma en que sus pómulos se levantan cuando sonríe y cómo su cabello parece bailar al viento, bajo el sol.

Jungmo es una obra maestra, su obra maestra.

Y cuando regresa a la librería, se sienta en su lugar favorito debajo de las escaleras y bebe un sorbo de café a la vez, una vez más, Minhee siente que no merece todo eso. Que tal vez Dios planeó enviar a Jungmo a un lugar donde muchos pudieran adorarlo por su sonrisa, brillo y belleza.

Allí, en la pequeña librería, es sólo Minhee. Y se pregunta, por enésima vez, cómo puede agradecerle a Dios un día por dejarlo disfrutar de la compañía de la criatura más bella del mundo, solo él, mientras desempolva montones y montones de libros y revistas.

Él se acerca a confesarse algunas veces. Cuando Jungmo va a su casa y se sienta en su sofá, el que Minhee siempre olvida haber restaurado, cree que tal vez podría ofrecerle algo a ese chico.

Él no tiene mucho, un viejo sofá, algunos discos compactos y su corazón, pero quizás eso podría ser suficiente.

Tal vez, sólo tal vez, Jungmo podría dejarlo entrar, permitirle tomar su mano y caminar a su lado.

Pero la idea desaparece antes de que encuentre un lugar en su cerebro, y Minhee no lucha.

Él sólo permite que se le escape de la mente porque incluso allí, en su pequeño departamento y en su estúpido sofá, Jungmo es mucho más de lo que Minhee podría ser.

Finalmente, Jungmo deja en claro que realmente no está buscando nada. Él nunca lo explica, pero Minhee lo está observando tan de cerca que es imposible perderse en sus expresiones. Él sabe que Jungmo no está interesado en una relación, y eso facilita las cosas de alguna manera.

Minhee estará allí si Jungmo lo necesita alguna vez, aunque está seguro de que no es la mitad de lo que su sol debería tener. Un girasol puede mirar al sol todo lo que quiera, pero nunca podrá alcanzarlo.

Y mucho después de la muerte del girasol, el sol estará allí. Brillante.

Minhee sabe que nunca sería más de lo que ya es.

Están cerca, pero no lo suficiente. Están ahí el uno para el otro, aunque no el uno con el otro.

Comparten sus días, pero nunca su vida.

Minhee sueña con eso, pero sabe que no debe arruinar su oportunidad de estar junto a su sol, su poema viviente.

Puede amar a Jungmo desde lejos, y lo hará, hasta que todos sus pétalos caigan al suelo y no se convierta en nada bajo su luz.

本田! sunflower__%Donde viven las historias. Descúbrelo ahora