Hace tres meses que estoy en este hospital y no aguanto más.
Es un hospital de locos, y yo no estoy loca. Todavía no entiendo que estoy haciendo acá, ni como llegue. Según el recepcionista, mi abuela me encontró tirada en el piso de la cocina, con pastillas en mi mano. Pero eso es imposible. Yo no me drogo, nunca las compre, ni nunca intentaría quitarme la vida. Y mi abuela? Mi abuela nunca esta en mi casa... imposible que este en casa. Nunca nos visita, ni nunca la invitamos. No entiendo nada, y me molesta cada vez mas.
Ya son tres meses sin entender nada. Tres meses sin suficientes explicaciones. Tres meses escuchando a doctores, que lo único que dicen es que están preocupados y qué tan malas son las drogas. Repito, yo no me drogo. Se los habré dicho mas de mil veces, pero es como si nunca hubiera dicho nada. Están muy convencidos de lo que mi abuela les habrá dicho, y yo muy convencida de que cuando salga de esta pocilga voy a tener una seria charla con ella. Gracias a ella estoy perdiendo tiempo de mi vida escuchando doctores diciendo cosas que ya se y otras que son mentira, que nunca haría, ni hice. Y que no me escuchen a mi me pone peor. Estoy hartísima.
Lo único que no me hace matar a todos es mi hermano, Leonor. Me visita todos los días y siempre me trae ropa limpia y comida, porque sabe que, además de todo, estoy harta de la comida que sirven acá, es mas que asquerosa. La milanesa ni siquiera tiene gusto a milanesa. Es como cortar cartón para luego comerlo. Las tartas, tienen todas distintos nombres, pero todas saben exactamente igual: a masa de hojaldre o como sea, y sal. La crema de los fideos esta mas vencida que mi paciencia. Literalmente. No entiendo cómo la gente que esta internada hace años y no tiene familiares, no esta con diarrea o algo.
Dios te bendiga, Leonor.
Una vez a la semana, permiten a todos los pacientes salir del hospital. Eso es todos los miércoles de once de la mañana a tres de la tarde; cuatro horas. Las mejores cuatro horas de la semana. Siempre las paso con mi adorado hermano, obviamente. Siempre me lleva a McDonald's (mi lugar preferido, así es) y luego al cine o algo. O, si prefiero y casi siempre lo hago, vamos a nuestro departamento, mi hogar.
No, en esas horas no visito ni me visita mi abuela y no, mi hermano tampoco tiene idea de que sucedió. Lo único que sabe es que volvió de una cita y yo no estaba. Y mi abuela, como es de esperar, tampoco. Leo me prometió averiguar, pero no pudo llegar a ninguna conclusión. Es todo muy confuso. Y, de nuevo, me tiene harta.
Hoy es miércoles. Ya casi son las once, y mi hermano no ha llegado. Raro en el, porque el siempre llega cinco minutos antes. No me quiero hacer idea de qué le habrá pasado, porque seguro se atraso... Todo el mundo se atrasa de vez en cuando. No lo voy a llamar, por dos razones:
La primera, los teléfonos deben estar todos ocupados y no, no tengo celular. Me lo sacaron cuando entre, o eso es lo que me dijo el recepcionista. ¿Cuándo me lo darán? Ni idea. Seguro ya saben como me siento sobre eso.
Y la segunda, no quiero entrar en pánico, prefiero mantener la calma.
Once y dos minutos.
De acuerdo, tengo que mantener la calma. Ya vendr'a. Y si no viene, bueno, ir'e yo a buscarlo ¿qué hay de malo en eso? Caminar un poco no me hará mal después de todo.
Alguien está golpeando la puerta.
-Si, ¿quien es?- dije, muy calmada.
-Hola - dijo Leo, mientras abría la puerta.
Se veía un poco triste.
- ¿Por qué la cara larga?
- Después te cuento, ¿vamos ya? - dijo apurado
- Claro -.
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Escapemos juntos
Teen FictionLuego del suicidio de mi madre, todo cambió repentinamente. No volví a ver a mi padre. Nunca olvidaré sus últimas palabras... -Voy a visitar a mi hermana, esta muy enferma. Leonor, cuida de tu hermana menor, no me tardo.- Pasaban las horas, y mi pad...