Dentro de todas las cosas a las que se les pudo haber entregado valor y uso, se encuentra a la ya olvidada ancla. El ancla era lanzada para detener al barco, y hasta ahí llegaba su significado. Estaba también su amiga la cadena, se diferenciaban en que ella tenía otros significados, inclusive algunos más significosos y más poéticos que el del ancla.
Acudía a su escuela, que era el mar, y se pasaba varias horas sumergida, pero no aprendía realmente nada. Se lanzaba a la misma velocidad siempre, no podía aligerarse después de cada zambullida, aunque intentará regresar más rápido a las manos de los hombres.
El hombre por su parte no paraba de darle significado a cada vez más cosas, en especial a algunas sumamente extrañas, como a la idea, y a la mente y el ancla, por supuesto, no entendía ni un poco de ello, no había porqué, sin embargo, ella, y sólo ella, encontró existencia para el pensar.
Fue un día, justo cuando el invierno estaba obligando al hombre a no usar al ancla, que se hallaba cómodamente guardada y seca en un pequeño desván en la cubierta. Los hombres la habían puesto ahí con su amiga cadena.
-- Cadena, Sabes qué es pensar?.
-- Pensar? Hm, Ancla amiga, eso es exclusivo de los hombres. Es lo que hacen al lanzarnos a ti y a mi. Todo objeto que lo cuestione es tonto, de hecho, justo ayer me decía la madera que crujia, " qué es comer o beber?", Y le contesté lo mismo. No hay más.
-- Pero, no crees que se parecen a nosotros en muchas cosas? Quizás si lo intento, pueda lanzarme yo sola.
-- Que estupidez! Nosotros no pensamos, de hecho no tenemos con qué.
--Con qué?
-- Exacto, con qué pensarías? Se piensa con sesos y estamos hechos de puro hierro.
-- Vuelvo a repetir cadena, quizás halla otra manera.
-- Lo dudo amiga. Le contesto finalmente, se sentía ya muy cansada y después de dar las buenas noches se puso a dormir mientras el ancla aún se quedó despierta, pensando.
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El ancla vidente
Short StoryEl dios fuego le dió poder de pensar a un ancla que no tenía vida. No tenía ningún sentido y sin embargo estaba plasmada ahora en la existencia un ancla vidente, que por el deseo de un dios, podía ver lo que desease.