3

6 0 0
                                    

Pasaron las semanas y diversos objetos eran llevados por los hombres, mientras que los que se quedaban iban perdiendo la voz. Las puertas de hierro en especial no emitían sonido alguno, eran distantes desde que los hombres tomaron objetos sin devolverlos. Los ladrillos eran muy indiferentes y se dedicaban a su labor de separar el exterior del interior. El ancla y el candelabro eran los únicos objetos que seguían allí platicando y sosteniéndose. Hacía días que no veían al Dios fuego, las ventanas habían Sido cubiertas con tela vieja, era obvio que no estaban cumpliendo su función.
-- Ancla, mira a las ventanas, ya llevan así días,seguro están queriendo pensar también, se les nota.
Le dijo el candelabro al ancla aún pegado a ella.
-- Ya nadie nos habla aquí, no podemos simplemente preguntar.
-- Nunca dije que haríamos eso, sabes?, así es mejor, eres con lo único que necesito hablar, sé muy bien que todos los demás se fueron por ya sabes qué, tú por lo menos eres fiel al significado.
-- Me halagas.
-- Mejor sígueme contando sobre el mar.
-- Ya te dije todo, ahora solo tengo angustia de qué pobre objeto está ahí sumergido y... pensando.
-- porqué tan angustiada por él?
-- No lo sé, solo sé que no quiero dormir con eso en la cabeza, dime qué ya me volví loca-- El ancla empezó a susurrar-- Pero le veo en mi cabeza, aún cuando no sé que es, está ahí debajo.
-- Siempre tan sentimentosa. Te angustiaras así por mí, Tanto así? Al verte y escucharte hablar del dios fuego A veces, creo deberíamos rendirnos, me dijiste que era sencillo. Estar ahí sumergidos, para nunca volver con los hombres aunque eso signifique jamás ver a tu preciado Dios fuego, no es tan diferente a cómo vivimos en este muladar. Dices que es fácil y si es por hacerte feliz, podríamos irnos tú y yo al mar para siempre junto con los demás objetos de aquí.
El silencio en el almacén era ya muy notorio, nadie crujía, ni siquiera se oía el más mínimo retumbeo.
-- Que dices? dudo que se los hallan llevado al mar, nunca pensaron y , si alguien te oye...
-- Que me oiga el mundo entero y el Dios fuego que ya nos abandonó, yo haría eso por ti y más.
-- Ahora solo durmamos está bien? Mañana seguiremos hablando de esto.
-- Si ahora ya quieres dormir hasta mañana está bien, pero que jamás se te olvide lo que te dije hoy.
-- No se me olvidará.
El ancla se durmió, al fin en paz con el candelabro usandole como nunca nadie antes. Le sintió acercándose.

El ancla videnteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora