INSOMNIO

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Todas las noches, la ciudad de Tokyo mostraba un encanto especial, donde toda aquella bulla producida por su gran cantidad de habitantes, era pospuesta hasta que los cálidos rayos de sol empezaran a asomarse por el horizonte a primera hora de la mañana, anunciando a sus habitantes que un nuevo día había iniciado. Pero por ahora, las calles solitarias eran iluminadas simplemente por los postes de luz que brillaban tintineantes ante la interrupción de la lluvia que caía sin descanso.

Los negocios nocturnos habían apagado sus letreros hace un par de horas, anunciando el término de su jornada, mientras que las personas que se levantaban con el alba disfrutaban de la calidez de su cama, saboreando los últimos momentos de descanso antes de incorporarse a la rutina de todos los días, era la hora perfecta para descansar, en una noche de completa tranquilidad para la mayoría de la gente

Excepto para Kuroo Tetsurō.

Esa noche, el pelinegro había perdido la cuenta de las veces que había rodado en su cama, cambiando de posición una y otra vez, en búsqueda de la postura más cómoda para dormir. Girando su almohada una infinidad de veces con la intención de obtener la parte más fresca para descansar su rostro, jugado de igual manera con las cobijas, abrigándose y quitándolas incesantemente, hasta que se había rendido, dejando solo la mitad inferior de su cuerpo ser cubierta por ellas.

Inquieto , giró su rostro para ver una vez más la hora en el reloj digital junto a su cama, haciendo un gesto al ver los números brillando.

4:50 AM

Soltando un gruñido bajo, volvió a dejar caer su cabeza en la almohada, abrazándola con más fuerza contra sus costados, adoptando de nueva cuenta su tan peculiar forma de dormir y a la que le debía su tan odiado y desastroso estilo de cabello. Las horas habían pasado largas y tediosas desde que había ido a su cama, con la intención de conciliar el sueño, cosa que para su pesar, aún no lograba.

Resignado, dio un último giro, posicionándose boca arriba, mirando el techo blanco de su habitación, sin enfocar su vista en algún punto en específico, quedándose de esa manera un par de minutos.

Odiaba sus noches de insomnio, eran lo peor, y aunque no fueran frecuentes, odiaba el hecho de que nunca podía dormir antes de las 6 am, y ni siquiera sabía la razón por la cual le pasaban.

Ya había intentado de todo, había intentado contar, había repasado mentalmente todo lo que había estudiado el día anterior en un intento de aburrirse y que el sueño lo invadiera. ¡Incluso había puesto su mente en blanco por varios minutos!, pero nada había funcionado.

Cansado de su situación, apoyó suavemente sus manos en la cama y se sentó, acercando sus rodillas a su pecho para poder recargar sus brazos sobre ellas y encima apoyar su barbilla. Cerró sus ojos un momento, tratando de pensar en alguna otra forma de atraer el sueño y estar lo más presentable posible la mañana siguiente, sin dar a notar sus escasas horas de sueño. Se enfrascó tanto en sus pensamientos,ignorando lo que ocurría a su alrededor, hasta que un pequeño ronquido a su derecha llamó su atención.

Abriendo sus ojos lentamente y sin mucho esfuerzo, bajó la mirada, recargando su mejilla izquierda en sus brazos para mayor comodidad, conmoviendose ante la vista que lo recibió.

Bajo la tenue luz de la luna que entraba por la ventana de su habitación, se encontraba la fornida silueta de su novio siendo contorneada débilmente, haciendo visibles algunos rasgos a pesar de las sombras y la oscuridad.

Aquella figura que se había acostumbrado a ver en un principio a través de una red y como un rival a la hora de jugar y practicar, ahora descansaba junto a él, en completa serenidad, mientras que su pecho subía y bajaba al suave compás de su respiración.

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