La ventanilla del autobus se encontraba empañada, debido a la tomrmenta que se encontraba afuera. El sol se veia escondido tras unas grandes nuves negras. La canción ''The Race'' sonaba por sus auriculares. Estaba cansado, quizas demasiado, habia cogido un avión en Madrid que le habia llevado a Toronto y de ahi se habia subido en un autobus que le dejaria practicamente al lado de una parada de otro autobus que debía coger si queria llegar a casa de su abuela sin mucho esfuerzo.
El pelo castaño oscuro de Andreas estaba alborotado, sus ojos café lucian cansados y con dos grandes ojeras debajo. No habia podido dormir, ni en el avion ni mucho menos en el bus. Su abuela y su genial idea de vivir en las afueras de un pueblo.
''¿Como demonios se la ocurre? Dios mio....''
Su corazón comenzó a palpitar confuerza aun que en su rostro no se leia nada mas que una gran indiferencia hacia todo su alrededor.
La chica que se sentaba a su lado le observó, con cierta curiosidad. Andreas se dio cuenta y no pudo evitar tensar su mandibula. Gran error.
-¿Estas bien?-la joven posó ligeramente su mano en el hombro del chico lo que provocó que un escalofrio recorriera la espalda del joven y moviera bruscamente el hombro asustando a la chica.
-Estoy bien.-La voz de Andreas era cortante y decidida.
La joven se le quedó mirando aun con la mano levantada, su respiración estaba agitada. Se habia llevado un gran susto. Poco a poco bajó la mano y apartó la mirada del chico, aun que en su interior se moria de ganas de entablar una conversación con el joven.
Transcurridos diez minutos desde aquel abochornoso momento para ambos el autobus paró y Andreas se colgó su mochila al hombro y agarró con fuerza su maleta. Estaba al lado de la parada que le llevaria a casa de su abuela cuando vio su esperanza pasar de largo. El autobus pasó de la parada debido a que no habia nadie en ella esperandole. El chico salió corriendo tratando de hacer que este parase pero eso no ocurriría. El autobus no paró.
Se quedó sentado en la parada por cinco minutos esperando un nuevo autobus cuando leyó en la parada.
Cada autobus pasa aproximadamente cada 40 minutos, excepto Sábados y Domingos que pasan a la hora.
-¡¿40 Minutos?! Ni de coña.
El chico agarró sus cosas y echó a andar hacia el centro del pueblo. Con suerte no se cansaria mucho.
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Hola, buenas. Bueno esto es el prólogo mas o menos es el inicio de la historia, los capitulos serán mas largos tranquilos. Un beso y gracias :)
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El fin de sus días
RandomAndreas Saez, un chico de 16 años que debe cambiar de hogar, de amigos, de sitio debido a un pequeño incidente. El joven comienza a sentir que no sabe exactamente a donde pertenece, y que por mucho que busca no encuentra su lugar. Por otro lado est...