Parte 1. Carta que fue olvidada

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Decía algo así:


"Estado de ansiedad. A 16 de diciembre de 2028

Mi enamorada.

He pronosticado que se acercan tiempos malos. No sé qué tanto, pero son malos, y es igual a cuando viene la lluvia, por eso lo sé.

Las nubes grises ya se dejaban ver, que se acercaban de poquito en poco, y con ellas llegó una brisa, pero suave, de esas que pueden hacer nacer un arcoíris cuando se marchan, y regar las flores, por eso hice caso omiso, porque quise concentrarme en el arcoíris y en el florecer de los colores más que en las enormes nubes oscuras.

Y ahora ya están llegando; y yo que no me preparé, ni puse un buen techo a mi casa, ni llené de arena los costales, ni quité mi ropa del tendedero, ni compré un buen paraguas, ni llené las alacenas de comida.

Honestamente estoy temeroso, porque todos, al fin de cuentas, tememos al mal tiempo. Lo único que pido es pasarlo contigo, más que para superarlo, para distraerme; que seas los colores en los qué concentrarme cuando el gris venga a invadir.

Te amo mucho, Andrea. Te amo tanto que no me voy a permitir caer, para que no caigas tú, ni tengas que verme en el suelo.

Te quiere tu novio, el un poco más miserable con cada día que pasa; el romántico que mantiene su fé, solo porque tú te mantienes en su vida:

-Sin firma."

Del hombre que escribió eso no volvimos a saber, ni podemos averiguar más. La carta no tenía remitente. Pareciera que nunca llegó a manos del destinatario porque la enl camión de correo sin que se diera cuenta, como si su destino fuera no llegar nunca. ¿Estaba marcado entonces el destino del remitente también? ¿Todo lo que marcaba que iba a suceder estaba previsto por alguien más?.

Desde el momento en que la levanté mis intenciones fueron las más sinceras de devolverla, hasta que descubrí que al destinatario escrito lo cubría completamente una marca de llanta, solo se dejaba ver 'París'. No supe si ese era el nombre de una calle, un edificio o el verdadero París, pero debió llegar a París.

Así que no podría haber hecho otra cosa más que rezar a quien quiera que estuviera a cargo allá arriba. Que el remitente estuviera bien, y que hicieran lo posible porque no cumpliera su destino, aún si ellos lo habían marcado.

Jóvenes desdichadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora