Prólogo

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Maite corrió hacia él, abrazándolo por detrás. Sintió como su espalda se tensaba y como él se detenía a tomar aire.

—No te vayas—le pidió— no me dejes—Fabiano se volteó hacia ella y la miró con el ceño fruncido. Apretó los puños tratando de contenerse en frente de ella. Si tan sólo... si tan sólo ella pudiese entender que el amor entre ellos era prohibido.

Maite negó una vez más con la cabeza, aferrándose a él.

—Esto no debe ser, Maite—soltó él— ¿Acaso no te das cuenta de que todo esto está mal? —Maite suspiró y bajó la mirada. No estaba dispuesta a dejarlo ir.

—No quiero que te vayas—lo contradijo ella— aunque me detestes por ello, no quiero que te vayas.

—No te das cuenta de que esto es lo mejor para ambos—le dijo él a ella haciendo que lo mirara a los ojos. Ella lo confrontó con la mirada.

—¿Qué es lo mejor? —le preguntó ella— Tú me amas—declaró ella— yo te amo, ¿Qué es lo mejor para ambos? ¿Quieres que me vaya?

Él soltó las manos de ella con brusquedad. Pero ella se pegó a su cuerpo, sintiendo la calidez de él. Era diminuta ante él, pero no le importaba.

—Maite—pidió él con voz ronca— princesa, por favor—rogó. Ella levantó la mirada ante él y buscó sus labios.

—Bésame—pidió ella con lágrimas en los ojos. Él negó con la cabeza.

—Maite, tus padres jamás aceptarían esto—le recordó él— tu padre es como mi padrino, tu madre es como una tía para mí...

—¿Los prefieres a ellos antes que a mí? —él dejó salir una risa sin gracia. Su aliento se veía en la frialdad del invierno en Londres. Era once años mayor que ella, lleno de experiencia en la vida y diestro en el arte de las cosas que ella nunca podría comprender.

Fabiano nunca había sido inocente, y nunca lo sería.

—Te prefiero a ti—declaró él con aspereza— te prefiero a ti mil veces—la haló contra sí sin ningún rasgo de suavidad.

—Fabiano...

—Soy un hombre experto, princesa— le recordó él— no soy un niño que simplemente tomará tus manos y te guiará por un camino de rosas—continuó— hace tiempo que no soy inocente, si es que alguna vez lo fui—Maite abrió la boca para interrumpirlo.

—No—la interrumpió él— no soy el hombre para ti Maite—le dijo— soy un bastardo descarado que ha jugado bien en los campos de la vida—declaró— no soy el riachuelo que crees que soy—ella alzó sus manos al rostro de él, acariciándolo— soy un torrente, cara. Un maldito torrente.

—Entonces me ahogaré en tu torrente—afirmó ella con tanta seguridad que lo asustó. —tendré que ahogarme, porque mil veces prefiero morir en ti que vivir sin haberte amado por completo.

—No sabes lo que dices—dijo él en tono sordo— no tienes la menor idea.

—¿Crees que no? —Maite se puso de puntillas y le puso los brazos en la nuca, instándolo a que bajara la cabeza para poder besarlo.

—Si te aferras a mí, nunca te dejaré—prometió él atormentado— pelearé por ti hasta mi último aliento, ¿Podrás soportarlo? —Maite suspiró mientras lo miraba a los ojos.

—Me temo que será el precio a pagar por amarte—soltó con una sonrisa leve— no creo que pueda amar a alguien después de ti.

Fabiano la tomó en sus brazos y posó sus labios sobre los de ella, dejándose ir con un gemido ronco. Maite se aferró a él con todas sus fuerzas, sin entender que ese día había hecho un pacto con su alma.

Un pacto con un torrente.

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⏰ Última actualización: May 08, 2020 ⏰

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