parte única.

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—Hey, Channie, ¿cómo te fue en

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—Hey, Channie, ¿cómo te fue en... —La señora Park no pudo terminar la frase ya que el chico pasó a su lado como si de un rayo se tratara y rápidamente se metió en su habitación, cerrando la puerta con un fuerte golpe detrás de él.

Definitivamente no había tenido un buen día, desde el momento en que se despertó aquella mañana, diez minutos más tarde de lo esperado, supo que nada podría salir bien. Pero todavía tenía ese pequeño rayo de esperanza, de que tal vez su suerte cambie al llegar al colegio. Lo cual, no fue así, ya que llegó tarde y no pudo sentarse a un lado de su persona favorita, además de que tomaron un examen sorpresa y lo único que pudo hacer fue sorprenderse, ya que no tenía ni siquiera idea de qué iban todos esos números y fórmulas raras que nunca había visto.

Para colmo, había olvidado su atuendo de educación física y tuvo que pasar horas limpiando los pizarrones de todas las aulas, lo que hizo que le agarrara una alergia al polvo de las tizas y termine en la enfermería, perdiéndose las clases y con ello también cada recreo con sus amigos.

Si creían que era solo eso, no, todavía había más. Al salir del instituto, creyó que sus amigos lo estarían esperando, ¡pero no fue así! Estaba solo y había empezado a llover, porque claro que el clima no podía estar soleado, entonces tuvo que correr el autobús, el cual perdió y terminó caminando bajo la lluvia hasta su casa, maldiciendo por lo bajo y apretando sus dientes con fuerza.

Porque cuando creía que nada podría salir peor, la vida le daba un golpecito en el hombro y le demostraba que en realidad ¡todo se puede y es posible!

—Maldición. —gruñó por lo bajo, tirando la mochila empapada a un costado en su dormitorio y caminó hacia el closet lanzando pequeños quejidos entre dientes mientras se quitaba la ropa húmeda de su cuerpo.

Dejó caer el uniforme de instituto con un chasquido sobre el piso de madera y, tiritando, buscó nuevas prendas para vestirse.

Solo quería acostarse en su cama y no hacer nada por el resto del día, tal vez dormiría hasta la mañana siguiente o solo se quedaría jugando videojuegos en su celular. Pero estaba tan agotado mentalmente y tenía tanto enojo en su sistema que su cuerpo incluso temblaba un poco sin poder evitarlo.

Park Chanyeol no era un chico que estaba triste a menudo, solía ser muy brillante, siempre con una amplia sonrisa en su rostro que hacía que los demás confiaran en él y se sintieran a gusto a su lado. Siempre tenía algo divertido para contar, ya sea una broma o alguna anécdota ya que se mantenía muy activo con diferentes actividades en su vida, y eso hacía que la gente a su alrededor pasara un buen rato.

Pero así como podía llegar a ser muy alegre y enérgico, tenía sus días en los que esta clase de cosas pasaban y lo desanimaban por completo. Como si de una batería se tratara, él sólo se agotaba y necesitaba de un par de horas de descanso para volver a ser el mismo de siempre.

Sacudió su cabello con una de sus manos y corrió a la cama, tirándose de lleno en ella para taparse con las pesadas frazadas y esconderse debajo de ellas, batallando un poco con sus pies. Lanzó un largo suspiro y tomó su celular, desbloqueando la pantalla y notando que no tenía siquiera un solo mensaje.

call me baby; chanbaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora