Una mañana me vi en el espejo, miraba a una niña queriendo ser mujer, con ansias de volar, pero que era consiente que aun no tenia alas. En ese preciso momento me di cuenta que sin importar mi esfuerzo, eso no era suficiente para ellos, y eso me hizo pensar en mi, en lo estrechamente relacionada que estaba con mis padres, tenia la sensación de que no era útil sin ellos, de que mis intentos fracasados de querer lograr algo por mi era fruto de mi poco interés por aprender del mundo, de un mundo que me juzgaba como una chica bien, como un ejemplo a seguir y la etiqueta de adolescente con trastorno de personalidad cada vez que les hablaba de mis sueño. Lo acepto fui, soy débil a los encantos de una vida cómoda, con personas que te apoyen en todo momento y con la carne siempre cortada. Cada vez que escuchaba sus razones, no me permitía decir las mías, y eso porque me pregunte si yo era lo suficiente para ir en contra de la corriente. Por supuesto en un rió tan poco profundo que no entendía porque me ahogaba.
Luego de todas esas sensaciones juntas decidí fervientemente empezar a desarrollar mis alas, esas que me permitirían creer en mi, ver detrás del espejo de mis ojos, y ver la luz al final del túnel aunque esta no era tan tenue como lo deseaba.E inicie con realizar un esquema, acerca de lo que fui, lo que era y lo que quería ser. Todo parecía ir bien hasta que en medio de mi confuso auto conocimiento encontré algo que no me gustaba, una mirada perdida en medio de un amor inexistente, algo que en esos momentos era inoportuno e incluso reprobable. Como podía amar a alguien si yo no me amaba, eran los recuerdos del hombre perfecto, que por supuesto solo existe para la mujer enamorada.
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Una historia de amor sin parejas
SonstigesEl auto conocimiento y el espejo de la vida van de la mano.