Un agudo e intenso dolor atravesando los nervios de mis tobillos me hace despertar, puedo sentir el agua alrededor de mi cuerpo y la fría pieza que era una bañera bajo mi peso, intento abrir un poco los ojos pero me arden al momento de recibir un poco de aire en ellos, lo que me hace recordar de golpe en donde estoy, algunas veces me doy el privilegio de soñar con estar de nuevo en casa a salvo; tomé una honda respiración cuando unos dedos recorren mis muslos, es un simple toque pero mi cuerpo responde de una manera que solo podría describir como cuando a un gato se le rocía agua.
Escucho un suspiro y en un movimiento tengo una de mis manos entre las suyas, puedo notar como la levanta y deja un beso fugaz en ella, esperaba que sus labios fueran duros, pero no era de esa forma, su textura era demasiado suave, casi reconfortante, como si quisieran de alguna forma apaciguar el dolor que mi cuerpo y mi alma experimentan.
-Sé que es difícil, pero tienes que confiar en mí, gatita. Tienes que hacerlo, promételo.- Su voz sonaba cada vez más cerca hasta que pude sentir su respiración cerca de mi mejilla, olía a cerveza y menta, un extraño y embriagante aroma. Asentí incapaz de pronunciar palabra alguna y solo una estruendosa risa seguida de un gruñido hacer que me estremezca provocando que el agua se mueva y caiga al suelo, en estos días mis sentidos del olfato y del oído habían mejorado bastante.
Las mismas manos dejaron la mía sobre el borde de la bañera y comenzaron a trazar las curvas de mi cuerpo, pensé que me estaba tocando hasta que me ayudó a levantar envolviendo una toalla a mí alrededor y susurro. –Ahora ya estas limpia, seguro te sientes mucho mejor. ¿Quieres comer algo y luego dormir, o prefieres dormir y luego comer?- No entendía el porque me estaba tratando de esta forma, pero pretendía aprovecharlo todo el tiempo que durara. Intente responder pero la resequedad de mi garganta lo impidió, no recordaba cuando había sido la última vez que había bebido o comido algo. –Creo que vamos a comer un poco antes de dormir.-
Me guió con la delicadeza que se tiene con la porcelana hasta sentarme sobre una silla frente a lo que parecía ser una mesa, poco a poco abría los ojos intentando a acostumbrarme de nuevo a que el frío aire los tocara, la casa estaba a oscuras por lo que podía ver en los pequeños lapsos en que tenía mis ojos abiertos, aunque bien podría ser que estaba ciega ya que veía completamente borroso.
-Preparé pasta, pero antes aquí tienes un poco de agua para refrescar la garganta.- Dejó frente a una de mis manos un vaso de vidrio totalmente frío, lo tomé con ambas manos ya que no confiaba para nada en mi movilidad y en el momento en que el líquido bajo noté cuanta sed tenía, lo bebí deprisa agradeciendo que por fin dejara de doler al menos una parte de mi cuerpo; cuando dejé el vaso de nuevo en la mesa asegurándome de que no estuviera cerca a algún borde, el maravilloso olor de la pasta me golpeó de repente, no solo era el hecho de que estaba completamente famélica o que lo único que había comido por quien sabe cuánto tiempo había sido arroz, un trozo de pan y algunas veces huevo, lo que me hacía desear esa pasta, olía realmente bien… o tal vez si era lo primero y yo estaba imaginándome cosas.
Tomó mi mano derecha colocando un tenedor allí y lo guió hasta el plato que supuse contenía comida, solo rogaba que en verdad fuera lo que estaba oliendo; como pude, me las arreglé para poder tomar un poco y lo llevé hasta mi boca, gemí de placer cuando el exquisito sabor inundo mis papilas.
-Así que mi gatita estaba muy hambrienta.- La misma voz se rió justo en el momento en que terminé mi plato, sabía que estaba vacío porque lo recorrí casi cinco veces con el tenedor. Simplemente me limité a asentir sabiendo que mis mejillas se estaban poniendo coloradas, pero ¿qué quería cuando había pasado días sin comer? -¿Acaso no puedes hablar?- Su pregunta tenía un tono severo pero se entremezclaba algo… ¿preocupación?
Aclaré mi garganta antes de hablar para poder comprobar que si podía hacerlo, había un leve picor pero un poco más de agua solucionaría eso fácilmente. –Si.- Cuando oí el fuerte suspiro me apresure a agregar algo más. –Si puedo hablar.-
-Está bien, me alegro. Ahora respóndeme ¿Cuántos años tienes?- Una pregunta simple y tendría una respuesta igual de simple, pero cuando me tomaron faltaba un mes para mi cumpleaños número 18, por lo que no sabía a ciencia cierta.
-18 años.- Mi voz era un susurro apenas audible.
-Eres apenas una niña…- Para ser apenas una niña había visto y vivido suficiente y más de lo que algunas personas podrían aun si vivieran dos vidas. – ¿Qué es lo que te gusta hacer?- No entendía a que venían estas preguntas, pero solo me limite a responder, tal vez así no me castigaría… o tal vez algo de lo que dijera lo enfadaría y me golpearía.
-Amo bailar.- Era la verdad, lo que más amaba en este mundo. Aun cuando me había metido en este precipicio del infierno que se volvía cada vez más profundo con cada hora que pasaba aquí.
-Eso lo sé mi querida gatita. Quiero saber qué otra cosa te gusta porque no debes bailar todo el día.- Y no lo hacía, tenía muchas cosas que hacer a diario como para poder darme ese privilegio.
-Leo, mucho. También canto un poco y suelo ver películas por la noche.-
-Y ¿tienes novio? O ¿solo tus padres están buscándote por cielo y tierra?- Mi sangre hirvió con ira, él sabía perfectamente bien lo que estaba haciendo, pero yo sabía perfectamente bien que no debía rebelarme.
-Solo mi madre y mi hermano deben estar haciendo eso, tal vez algunos amigos del instituto.-
-¿Y tu padre?- Su tono cambió ligeramente, ahora podía notar un poco de ira. El miedo me invadió al notar eso, podría hacerme daño, mucho daño y no quería que eso sucediera de nuevo.
-Murió cuando yo tenía 6 años, no recuerdo mucho de él.-
-De seguro fue así.- Seguía habiendo ira en su voz pero ahora estaba algo más allí que no pude descifrar que era. Después de lo que parecieron varios minutos se levantó y yo no pude reprimir el impulso de encogerme un poco de hombros, tomó mi brazo con suavidad ayudándome a levantar para luego volver a cargarme en sus brazos. –Vamos a dormir, tienes que descansar.- Seguía hablando en plural, no entendía si yo iba a dormir sola o él lo iba a hacer conmigo.
-¿Vamos a dormir juntos?- Su risa se sintió en cada parte de mi cuerpo y se volvió a acercar a mi rozando sus labios contra mi lóbulo.
-Si eso quieres gatita, haz sido buena y te mereces un premio.- No sabía que era más escalofriante estar con él o estar sola, ya que su presencia me asustaba pero al mismo tiempo me hacía sentir protegida.
Me depósito en una suave y cómoda superficie, una cama por lo que deduje rápidamente. Quito la toalla y soltó un suspiro antes de acariciar mis costados con la yema de sus dedos dejándolos unos momentos en la parte bajo de mis pechos, contuve el aliento hasta que se alejó de nuevo y pasó una tela por mis brazos y mis hombros, era mucho más ancha de lo que necesitaba y estaba caliente. Me ayudó a acomodarme debajo de las sabanas y oí como el cierre de algo se movía algo no muy pesado caía al suelo; en unos minutos se escabulló a mi lado volteándome para hacer que le diera la espalda, noté que no tenía camisa y me pregunté si eso era lo que me había dado para dormir esta noche.
-Espero que pueda mantener las manos alejadas de ti, al menos por hoy.- Fue un susurro como lo eran mis habituales respuestas, creo que era más para él que para mí, aun así las había escuchado y las palabras que había escuchado antes de él, lo de “ser una acompañante” y “ahora ser de él” retumbaron en mi mente durante mucho tiempo, algunos flashes de mujeres bajando a un sótano también estaban allí, como si estuviera viendo una película, pero jamás había visto ese tipo de películas, siempre creí que eran algún tipo de fantasía de malos cineastas que solo querían vender algo de gore, siempre imagine que aquellos que raptaban los mataban a los pocos días o semanas según la extorción, nunca creí que fuera real y gracias a las ironías de la vida, ahora estaba viviendo mi propia película.