las indirectas

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Zenitsu era despistado, no era un secreto para nadie.

¿Cuántas veces había estado al borde de la muerte por no fijarse bien en si es que el semáforo estaba en rojo o verde?

O, ¿Cuántas veces se había perdido en la multitud al no fijarse bien hacia dónde iban sus amigos?

Pero, sobre todas las cosas y, lo que resultaba cómicamente triste, era su nulo entendimiento o capacidad para procesar una indirecta.

Y no, no era lo que resultaba triste el que no entendiera situaciones en las que sus amigos usaban éstas como medio de escape a situaciones incómodas, y que la situación terminara del mismo modo.

Como la vez en la que inventaron una imaginaria tarea que les fue asignada el viernes para no asistir a la fiesta de cumpleaños de Mitsuri, a la cual querían mucho pero, conociendo a los adultos que irían, habría alcohol.

Mucho, mucho alcohol.

¿A qué se refieren? El viernes estamos libres. No hay tal tarea.

Poco es decir que después de eso Inosuke quiso arrancarle la columna, y Tanjiro solo se lamentaba en el suelo.

O como aquella otra vez en la que, en una farmacia, comprando un par de cepillos de dientes, la chica de la caja les ofreció una oferta de la semana y, los tres chicos, no sabiendo cómo rechazarla, decidieron usar la vaga excusa de que ya tenían una de esas cremas en casa; guiñando hacia Zenitsu para que concordara con sus amigos.

¿Tanjiro, Inosuke, están bien? ¿Les duele el ojo?

Nunca más habían ido a ese lugar.

No, cuando todo el mundo dice que Zenitsu tiene una cómicamente triste capacidad para no entender absolutamente ninguna indirecta, nos referimos a las situaciones en las que Uzui Tengen está estrictamente involucrado.

- ¿Te han dicho alguna vez que necesitas un novio urgentemente? Yo, personalmente, estaría encantado de colaborar con la causa.

- ¿Uh? No tienes que preocuparte, no me lo han dicho nunca.

Y aunque fueran indirectas insufriblemente directas, para Zenitsu representaban oraciones sugestivas sin mucho sentido.

No, jamás le habían dicho que necesitaba un novio de manera urgente, y no quería obligar a la persona que le gustaba a que "colaborara" con la causa.

Esos eran uno de los muchos pensamientos que pasaban por su mente cuando recibía esa clase de cumplidos e indirectas por parte del pobre, triste albino que tan sólo quería llamar su atención.

- Tienes los ojos más bonitos del mundo, es una pena que nadie pueda presumirlos cuando tú no lo haces; aunque, si me das el permiso, con gusto lo puedo hacer yo.

- Tienes... una extraña manera de ser amable. Por favor, para, sé que no son de un color natural.

Si, tres cuartas partes de las ocasiones Zenitsu consideraba los intentos de piropos e indirectas de Tengen como una forma de amabilidad, o, de lleno, no los entendía.

Sus amigos habían intentado darle alguna explicación al entendimiento nulo de su amigo con respecto a las indirectas: su muy, muy grande inseguridad, que lo llevaba a considerar cualquier cumplido como un intento de que se sintiera mejor consigo mismo, sin tener ningún éxito. También habían considerado (solo Uzui) que de hecho, él los entendía, pero se negaba a reaccionar a ellos para escapar de aquel momento de incomodidad exagerada.

Y, aunque todos se lo habían negado, Tengen era muy, muy terco. Y esa idea se había quedado clavada en mi más profundo de su mente.

Está incómodo, y no sabe cómo rechazarme.

Zenitsu no entiende『 uzuzen  』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora