Capítulo 1

371 17 12
                                    

Corría por el jardín con toda la fuerza y volutad que había recabado por años para un momento como esté, con guardias de uniformes negros corriendo estresados detras de mi, solía ser su costante dolor de cabeza.

No estaba dentro de mis planes dejar que a mis disiseis me internaran en una academía reformatoria de buen prestigió y difícil nombre de aprender, que por mucho que costara su ingreso no me alegraba en nada la idea de estar encerrada por lo que me queda de escuela en un lugar como ese sin poder hacer lo que se me pegara la gana.

Recuerdo cuando mi tía abuela descubrió ese internado por un folleto, su rostro se iluminó y después me miró a mi, sabía claramenete que era lo que pasaba por su mente y que todo lo que eso implicaba. Desde ahí comenzó con súbito escandalo una pelea por si me iba a inscribir o no, por si hacía mis maletas o no, por si traía en ese momebto el uniforme o no, y por esa mañana me subía al auto o no, dónde apesar de hacer todo lo que estuvo en mis manos no lo pude evitar, al final ella termino ganando.

En los folletos decían claramente que sería una excelente opción para reformar alunmos con cómodas instalaciones, pero en las fotografias no era eso, más bien parecía una carcel dónde me mandendrían reclusa, una carcel tenebrosa a donde no estaba dispuesta a entrar por mi propia volutad sin oponerme.

Además de que había otro gran problema, yo no tenía nada que reformar, mis notas no eran menores a 9.5 y siempre hacia la tarea, no debía, ni fumaba, no salía de fiesta cada noche, no salía sin permiso, ni si quiera tenía amigos que no fueran más que unos pretentiosos abusivos, lo que hacia por las tardes era ayudarle a la servidumbre con los queaseres diarios, hasta ellos resultaban ser mejor compañía que cualquier rico en reformación que encontraría a donde prendían que estudiará.

Estaba consiente de que mi tía quería desaserce de mi, pero no consideré que cayera tan bajo para cumplir su capricho y mantener en alto su nombre. Internarme en una academia con el pretexto de reformarme para no tirarme simplemente a la calle, y no quedar como una malvada sin corazón ante la sociedad. Debo admirar su astucia para lavarse las manos cumpliendo sus deseos, no se podía deshacer de mi custodia sin que la gente hablará mal de ella, lo cual repercutiría en su imagen, su presiada imagen por la cual estaba dispuesta a pagar altos costos de colegiaturas mensuales que en una situación normal-debido a su instinto tacaño- no se hubiera permitido pagar y menos por mi.

Más personas aparecieron frente a mi, bloqueando mi camino, un rubio y alto guardia me tomó denteniendo mi andar, me colocó sobre su hombro y momento a caminar hacia la fachada.

-No. Albert. No-protestaba mientras golpeaba su espalda con mis puños-Sueltamé, soy cinta negra en kunfu y no temo usarlo.

-La cinta negra es del Karate-Su voz gruesa me causó escalofríos como siempre que hablaba lo hacia, su voz contenida una cierta porción de risa en ella.

-Entonces simplemente mostraré mis habilidades.-La limusina estaba en la fachada de la lujosa casa blanca con rojo, el chofer esperaba fuera con su uniforme azul marino y su típico gorrito.

-Eso tendrá que esperar, primero debes subir al carro.- Abrió la puerta y trato de meterme pero rapidamente me tomé de alguna parte del capo de la puerta, aunque no represento mucho trabajo con la gran fuerza de Albert.

-No. Sueltamé. ¡Albert no! Abreme la puerta.- La puerta del otro lado no tenía guardias asechando porque no pudiera escapar, deslicé mi cuerpo por todo el asiento tratando de abrir la puerta, pero una mano un tranto arrugada pero delicada colocó el seguro antes de que pudiera bajar. En el sillón de enfrente se encontraba mi tía siempre vestida con prendas de diseñador, sus manos estaban sobre sus piernas y sus pies estaban un tanto hacia el lado derecho para obligarse a mantenerlos juntos, haciendo presente su elegante y femenina presencia.

inhumano [N.H.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora