En su noveno cumpleaños, temprano por la mañana

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Todo comienza en su noveno cumpleaños, temprano por la mañana.

Más que despertarse por la costumbre, se despertó por las cosquillas que le generaba una respiración en su cuello. Pestañeó un par de veces y se encontró con el rostro de su hermanito.

—Dada comió dulces. —le reprochó con un puchero adormilado, y Lan Huan no pudo evitar la risita que nació en su pecho. Cuando su puchero se hizo más pronunciado (seguramente pensó que estaba burlándose de él), acercó su frente a la de su hermanito, donde sus listones debían ir.

—Sabes que nunca comería dulces sin ti, A-Zhan. —bostezó y se sentó en la cama. Se estiró para quitarse el sueño y alborotó el cabello de su hermanito, quien siempre lograba mantenerlo impecable mientras dormía.

El puchero de Lan Zhan se agravó cuando frunció el ceño, confusión clara en su rostro como el agua del río que fluía por Descanso en la Nube. —Dada huele dulce. —explica, y a Lan Huan le parece extraño, porque el incienso que ponían en su cuarto era el mismo de siempre, y tampoco había comido dulces durante la cena. Una sospecha en su mente hizo que su estómago se revolviera un poco.

Con cuidado se vistió, tomó su listón y se sentó en el tocador, donde comenzó a desenredar su cabello para verse presentable.

—¿Quieres que pida  dulces para ti? —preguntó mientras batallaba con un nudo grande, a través del espejo observó la mirada fija de Lan Zhan en su cabello, y con una sonrisa le ofreció el peine, sabiendo interpretar sus miradas después de cinco años de ayudar a criarlo.

Lan Zhan se sentó detrás de él, y Lan Huan se tenía que mover para que sus manitas alcanzaran toda su cabeza. Era tan relajante estar así, que se permitió cerrar los ojos por un momento y suspirar contento. Le encantaban los momentos como este, donde su hermano no se encontraba tenso por su temor a decepcionar a los mayores (su obsesión por seguir las reglas le haría daño algún día) y podía actuar afectuoso. Usualmente sólo lo hacía durante sus visitas a madre.

Lan Zhan presionó el peine sobre su hombro y jaló de su manga, una pequeña seña de que ya había acabado, y Lan Huan lo aceptó gustoso de vuelta. Se amarró el listón sobre la cabeza, y notó la mirada fija de su hermanito, como si quisiera tocarlo. Le habían dicho que estaba bien, pues eran familia, pero A-Zhan sólo le permitía a su madre hacerlo porque la veían tan poco (y Lan Huan sospechaba que esperaba tenerla un día más al mes si se lo permitía, o quizás el tenerla lo más cerca posible); Lan Huan no presionaba porque de por sí A-Zhan era bastante retraído, no quería que se cerrara más.

Una vez acomodado su listón, se puso de pie y le ofreció una mano a su hermanito para que hiciera lo mismo. —Iré a pedirle permiso a nuestro tío para solicitar fideos de longevidad en la cocina, ¿me quieres acompañar? —preguntó mientras arreglaba algunas pequeñas arrugas en la ropa de A-Zhan. Le causaba ternura ver que, a pesar de que su listón y su cabello se encontraban impecables, su ropa no lo estuviera (años después se preguntaba si lo hacía para tener a su hermano más cerca).

A-Zhan asintió con la cabeza, y salieron juntos del Hanshi en dirección al estudio de su tío.

Caminaron en silencio cómodo, y pronto se encontraban tocando la puerta y pidiendo permiso para entrar. Una vez lo recibieron, deslizaron la puerta y entraron con cuidado.

Se arrodillaron para hacer reverencia y, cuando escucharon un pincel caer al piso, Lan Huan sintió la ansiedad de la mañana regresar como un frío que le helaba la sangre.

—A-Huan... —la voz de su tío se encontraba temblorosa, y cuando levantó la cabeza para observarlo, notó que su rostro se encontraba pálido—, ¿estuviste con algún omega antes de venir aquí? —preguntó cauteloso, una pizca frágil de esperanza en su expresión.

Lan Huan tragó grueso y negó con la cabeza. —No, tío. Vinimos aquí directo del Hanshi. —el rostro de su tío reflejaba el tumulto en su interior, y Lan Huan se pregunto si sus piernas también temblarían si no se encontrara arrodillado.

—Acompáñame al médico. A-Zhan, ve a desayunar.

Sin que se lo tuvieran que decir, Lan Huan ya conocía el diagnosis: acababa de presentarse como un omega.

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Esto es un regalo para Kazen, quien me metió en este infierno. Esta historia va a contener, además del omegaverse, almas gemelas y hanahaki. Porque me gusta sufrir.

Notas:

1) El cumpleaños número nueve era importante en la cultura china, aunque no recuerdo por qué. En este fic es porque alrededor de esa edad se presenta el género secundario. Sé que probablemente un doctor podría definir eso desde su nacimiento pero shhhh, quiero drama.

2) Esto va a ser una colección de drabbles, lo que quiere decir que los capítulos serán cortitos

La inocencia no dura para siempre [MDZS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora