Otro día normal en el instituto de Konoha. Estaban en verano, días muy calurosos y las hormonas alborotadas por parte de ambos sexos. Era época de apareamiento para algunas especies de animales, otros todavía debían esperar para reproducirse unos meses más.
El ambiente en esos momentos era sofocante y tenso. El poder de los adultos ya no servía de mucho, no cuando una chica estaba "caliente y buscaba a un hombre fuerte para preservar su descendencia" o resultaba ser todo lo contrario y eran los hombres quienes atacaban a las pobres muchachas. Como es de esperarse, uno empieza la clase tranquilo hasta que salta un chico a otro y se produce un altercado que termina en mordidas y moretones, algo muy típico de ver que ya no sorprende a nadie.
—¿Sakura no vino?
Su compañera miró a su lado y negó con la cabeza.
—Entró en celo-susurró.
—¿En serio? Hay pobre...
—Imagínate. Me llamó en la mañana asustada, no vendrá al colegio hasta que se le vaya el olor del cuerpo. No quiere ser madre tan joven y menos estar con cualquiera.
—La entiendo, ser mujer apesta. Los hombres no pasan por eso y solo quieren meterla para cumplir las obligaciones de poblar la tierra.
—Machistas de mierda.
—Unos verdaderos hijos de puta.
—Oigan-refunfuñó—Las estamos escuchando dattebayo. No todos somos así-frunció el seño.
Ino y Tenten voltearon disimuladamente encontrándose con Naruto y su mejor amigo, el guapo de la clase, Sasuke Uchiha con gesto despreocupado.
—Eso lo dices ahora, Naruto, pero cuando una hembra de tu especie entre en celo, te abalanzarás sobre ella solo para follarla. Y temo que Sasuke-kun, hará lo mismo.
—¡Que no, ttebayo!-gritó sonrojado.
—¿Namikaze, le sucede algo?-preguntó el profesor—¿Quiere decirnos que es lo que le molesta?
Todos se le quedaron mirando y agachó la cabeza avergonzado negando efusivamente.
—Ya veo, entonces procure guardar silencio.-volvió a la pizarra.
—Lo siento...-suspiró.
Sus compañeras se reían minuciosamente y el blondo podía notarlo claramente, frunció el seño y miró a Sasuke que seguía escribiendo en su cuaderno. Él no se inmutaba con nada, tantos años juntos y seguía siendo un amargado antisocial.
Bajó sus orejas y se permitió continuar con la actividad en silencio.
Naruto Namikaze, era un zorro. Tenía unas orejas de pelaje rojizo con las puntas negras, su peluda cola descansaba levitando en el aire hacía abajo, del mismo color rojo con la punta blanca. De su clase era el único zorro, su mejor amigo era un lobo, había infinidad de especies en el colegio. De todos tamaños, formas y colores, buscar la pareja indicada era lo difícil, por más instintos salvajes que tuvieran no debían caer ante la tentación del sexo o se arruinarían la vida con la persona equivocada. Pero lamentablemente era imposible de controlarse cuando el olor de una hembra se paseaba por los pasillos llamando a los machos listos para la maduración sexual. Hubo muchos intentos de violación y la seguridad aumentó en todos los establecimientos, padres preocupados de que sus hijas despertaran su "fragancia corporal" en plena clase y los chicos se les fueran encima, había reglas que debían cumplirse y eran extremas para el grupo masculino.
El rubio no lo comprendía del todo. Pero perseguir a una chica para aparearse sonaba ridículo y molesto, el vacio también se podría catalogar, ya que no podrías amarla a pesar de tener un hijo con ella o él. Era complicado para ambos sexos. La adolescencia era una etapa definitivamente insoportable, temía caer en lo mismo algún día, estaba en esos años ya dejar descendencia. Con diecisiete años, ser padre sería una tragedia.
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Amor animal
Romance-La entiendo, ser mujer apesta. Los hombres no pasan por eso y solo quieren meterla para cumplir las obligaciones de poblar la tierra. -Machistas de mierda. -Unos verdaderos hijos de puta. -Oigan-refunfuñó-Las estamos escuchando dattebayo. No todos...