Uno

20 1 0
                                    

AMIR FACUSSE.

Afganistán, 2001.

En tiempo de guerra, ser pobre, no tener influencias te dejara prácticamente muerto. Me alegro por mis conocidos, me alegro por mis amigos, me alegro por mis familiares no-tan-cercanos. Pero no estoy muy feliz de que mi familia y yo estemos aquí, casi muertos de hambre, frío y sed ¿Por qué tenemos que ser pobres? ¿Por qué estamos condenados a morir solo por no estar en un estatus social más alto? Esto es injusto.

Para empeorar las cosas; el gobierno decidió sacar a un miembro de cada familia para que se una a la guerra (ya sea rico o pobre), y como a pesar de todo aun vivimos en una sociedad materialista, la gente con dinero e influencias siempre estarán por delante de nosotros, a pesar de que aquí, el dinero, no va a impedir y no ha impedido la muerte de cientos de personas.

- Mamá, tengo frío - dice Kamel, mi hermano menor. Temblando y sus labios están morados, solo se cubre con una pequeña manta.

Mamá, que estaba preparando comida (sopa), preocupada sube la escalera para traer algo con que cubrir a mi hermano. Kamel me abraza, puedo sentir pequeños sollozos inundando el silencio del sótano.

- ¿Qué ocurre, Kam? -pregunto lo más calmado posible, pero lucho contra un nudo que se creó en mi garganta, lucho por no romper a llorar desesperado.

- Extraño a papá -responde.

- Él estará bien -digo seguro, aunque por dentro no me siento así-. Volverá luego del primer tiroteo a comer con nosotros. No le pasara nada ¿está bien? ¿Estás bien?

- Si, gracias Amir -responde Kamel, y luego continúa-. Estoy muy feliz de que seas mi hermano ¿Tu no nos dejarás verdad?

- No, claro que no. Yo me quedo contigo.

- Me quieres, ¿verdad?

- Claro que te quiero, idiota.

- Idiota tú -Kamel sonríe, al igual que yo-. También te quiero, Amir. Pero no le digas a mamá.

- De acuerdo, mis labios están sellados -hago un gesto con mis manos, haciéndole ver que yo no hablare.

Kamel se acurruca en mí y yo lo aprieto con fuerza entre mis brazos.

Luego de unos minutos la respiración de Kamel se vuelve pesada, está dormido.

- Son muy tiernos -dice mamá bajando la escalera.

- Sí... -digo algo cansado.

Ella saca algo que parece ser un pequeño pastel, es de chocolate (como a mí me gusta) y tiene pequeños adornos de flores rosadas y verdes a los costados.

- Te vas mañana, y creo que será mejor celebrar tu cumpleaños hoy.

- Jamás pensé que iba a odiar ser mayor de edad.

- No te preocupes, no será tan malo -responde ella calmada.

- Mamá.... -digo dudoso en preguntarle. Tengo miedo de que confirme mis peores temores.

- Hijo... -responde, sé que puede ver el dolor en mis ojos, puedo sentir su lastima.

- ¿Que pasara con...? -ella me interrumpe y habla antes de que termine la pregunta.

- En este último año las cosas han cambiado en casi todo el mundo. Ahora hombres y mujeres son lo mismo. Incluso niños... -me mira y suspira, como si supiera en lo que estoy pensando-. Si, las mujeres también tienen que entrar en batalla.

- ¿Qué hay de..,? Bueno tú sabes...

- Ella irá, tiene que ir, no hay hombres es su familia y su madre está demasiado enferma como para luchar, no tiene otra opción.

- Podría, yo, eh, ¿ir a verla? -mi madre sonríe pero niega mi petición.

- ¿Por qué tenemos que mandar a alguien más? ¿Por qué solo nosotros?

- Porque...

- Sé que no tenemos dinero como las otras familias, pero Papá ya está allí, tratando de sobrevivir para volver a casa, y sé que te va a doler que yo me vaya también. Sé que te vas a comer la cabeza esperando a que vuelva y sé que talvez vez no vuelva a la primera...

- Cállate, se positivo. Pronto acabara todo esto...

- Esto es injusto...

- Claro que lo es, siempre lo ha sido.

* * *

Me despierto luego de sentir agua recorrer mi cuerpo, miro arriba listo para discutir con mi madre, pero antes de que pueda hacer algo me toma el brazo y me arrastra por un pasillo. Pasamos por puertas y, pasillos largos y angostos, ¿A dónde me lleva?

- Mamá... -digo preocupado. Pasamos por un lugar con luz, puedo escuchar, como un ruido lejano, disparos y gritos.

- Cállate, tu solo sígueme.

- ¿Dónde me llevas? ¿Dónde está Kam? Vamos a buscar a Kam.

- Él ya está a salvo. Nosotros vamos a un lugar seguro en este momento.

Seguimos caminando, a veces choco con cosas y me tropiezo con mis propios pies, trato lo mejor que puedo de seguir el ritmo que lleva mi madre, jamás pensé que caminaría tan rápido.

Puedo ver una luz, estamos a punto de llegar a ese lugar seguro.

No, esto no es para nada seguro; estamos en el centro de todo. Explosiones, disparos... todo es un caos, no se cansan, siguen matando e hiriendo, es su único objetivo.

- Tenemos que cruzar la frontera -mi madre apunta hacia al frente, donde hay una pequeña valla-. Del otro lado, no nos pueden hacer daño.

Me toma unos segundos procesarlo, finalmente asiento.

- Corre tu primero, yo te sigo -dice decidida.

- Mamá... tengo que decirte algo... -digo preocupado de que estas sean mis últimas palabras.

- Me lo dices del otro lado -dice confiada aunque sé que al igual que yo, duda que podamos salir vivos de esta.

- Te amo, mamá.

- Y yo a ti, Amir. Ahora corre.

Sin dudarlo un segundo más, me echó a correr, todo lo rápido que mis piernas me lo permiten, mi vida depende de ello. Miro hacia a los lados, y me doy cuenta que no soy el único que intenta cruzar, muchos niños, niñas, y adultos también corren, unos más rápidos que otros. También hay gente que ya está al otro lado. Me aguanto las ganas de mirar hacia atrás para ver a mi madre y sigo corriendo, ya no falta mucho.

Cuando llego al otro lado y salto la valla, me entran unas ganas de gritar de alegría, estamos vivos, logramos salir de esta. Pero no grito, salto, ni bailo, solo sigo corriendo por las dudas.

Unos minutos más tarde me doy cuenta que seguir corriendo ya no es necesario; Estoy a salvo. Me doy media vuelta sonriendo, y busco con la mirada a mi mamá. Pero no la veo por ningún lado, frunzo el ceño, talvez algo malo le paso, sin embargo, no pierdo las esperanzas y sigo buscando. Pero ella no está. No sé si preguntarle a la gente que pudo cruzar... Pero no hay necesidad de preguntar nada a nadie, pues la veo corriendo hacia mí.

Allí esta, viva. Aunque no puedo quitarme una mala sensación dentro del pecho, pero ahí viene, le falta poco. Me sonríe y yo sonrió también, puedo vernos, a ambos en un futuro con mi padre y mi hermano, en una casa grande donde no hay guerras, donde todo es paz y tranquilidad.

Hasta que... la alcanza una bala. La sonrisa de su rostro se borra, y la mía también. Cae al suelo y un charco de sangre se forma a su alrededor.

No. Mamá no. Ella no. Siento las lágrimas acumularse en mis ojos.

Me han quitado lo más importante en mi vida.

CINCO AÑOS DESPUÉS...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 17, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La cosa y el cosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora