𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓬𝓾𝓪𝓽𝓻𝓸

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Era cosa de mucha inteligencia como también de una buena lección de libros para que Roseta pudiera darse cuenta de la gran tragedia que estaría por comenzar y eso no se comparaban con esos cuentos que alguna vez te habían contado de niño, sin importar que sean de terror o fantasía, siempre existía una pizca de razón para que ese cuento fuera creado para un fin que dejaba pensar a la lectora; llegó a su hogar y rápidamente subió hacia su habitación y comenzó a buscar desesperadamente algunas cosas, ella era la única persona que mantenía comunicación con algunas personas de Auradon era a través de un ave mensajera.

De la cual había sido salvada de ser comida para el pueblo cuando eran niñas, un atractivo ave que se habían quedado embobadas por la belleza de sus plumas, al ver esa caja en donde contenía hojas con las que escribía estos mensajes por lo que de inmediato la tomó y camino hacia el escritorio viejo ,también observaba de reojo al ave que venía volando hacia donde estaba Roseta; tenía que saber sobre aquel hombre, saber lo que en realidad estaba pasando, incluirla en esta mini aventura en la que próximamente estaría por empezar.

— ¡Leo!.— Exclamó con emoción al ver cómo llegaba el dichoso animal con una nota atada en una de sus patas, aterrizó en el ante brazo de la joven y con el solo camino hacia su escritorio para sentarse en el escritorio.

Con suavidad dejó que el ave se bajara de su brazo para que aquella le quitara la nota y lo que traía sobre su espalda, así dejándolo descansar por unos minutos mientras que ella solo observaba la carta de aquella persona que llevaba consigo un paquete de fotografías.

— Hay Lili, todavía me envías fotografías de Auradon para que me ilusione con vivir ahí pero de verdad necesito que te enteres de esto.— Dijo doblando la hoja en donde había escrito lo que debía saber, con el mismo cordón lo ato a su pie sin lastimarlo y luego se levantó de la silla para abrir la ventana de su habitación.

El ave entendió la señal y de inmediato comenzó a aletear para luego saliera de la habitación, miraba alrededor de la calle en donde no hubiera ninguna señal de peligro para el pobre animal que se estaba exponiendo ante situaciones riesgosas que cualquiera podría tener y en especial los animales, tal vez podrían ser comida para aquellos hambrientos. Podría ser un simple rumor que la gente inventa sobre ello pero siendo exactos nadie se podría a pensar en sobre aquel misterioso ser que llegó de golpe al único lugar donde no existe la magia, ¿Por que el tenia eso?

Simplemente era un simple misterio.

Cerró los ojos por unos segundos, tranquilizándose un poco del estrés hasta que un grito la levantó del susto.

— ¡¿COMO QUE CJ DESAPARECIÓ?!.— Exclamó molesto una voz que reconocía a la perfección por la manera en la que nombraba el nombre de alguien.

Rápidamente salió de su habitación bajando las escaleras y saliendo de su hogar para encontrarse a los dos hermanos Hook; uno de ellos mirando con furia a su hermana de cabello rubio sentada en el suelo cubriendo sus rostro. Se notaba la rabia que había entre esos dos pero la única diferencia era que uno estaba alterado por saber la noticia y la otra solo del coraje, de impotencia pero sobre todo de la tristeza por no haber protegido y lo sabía a la perfección el hombre de barba blanca, canoso que solo tomaba con suavidad el brazo de la rubia para simplemente curar el rasguño, la situación era tensa e inclusive incómodo para la joven que le extendía un pañuelo para que pudiera secarse sus lágrimas.

— ¡¡MALDITA SEA HARRIET!!.— Molesto por la situación simplemente le empiezo a reclamar a la rubia.— No puedo creer que dejarás a CJ sola peor cuando estaban discutiendo

— ¡NO FUI LA ÚNICA QUE ESTABA DISCUTIENDO HOY, TÚ TAMBIÉN DISCUTISTE CON ELLA HARRY!.— Se defendió de estas absurdas reclamaciones de su hermano mayor, los dos comenzaron a discutir nuevamente.

PRINCESA [Lalisa Manoban]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora