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Yoongi no sabía qué hacer, partiendo por el hecho de que no entendía por qué la situación estaba ocurriendo con más frecuencia, mucho más que antes.

Suspiró, entre cansado y preocupado, horriblemente preocupado mientras levantaba delicadamente al pequeño de cuatro añitos para cargarlo y atraerlo a su pecho. El pequeño niño ni se inmutó cuando fue levantado, se había dedicado a cerrar los ojos y deshacerse en lágrimas.

—Ya, Jungkook, no pasa nada... —Arrulló Yoongi con suaves palabras, el menor se aferró a su ropa y escondió el rostro en su cuello, sin dejar de llorar ni por un segundo, ni siquiera cuando Yoongi dio palmaditas en su espalda y soltaba feromonas en un intento de calmar al animalito asustado del niño.

Bien, tenía para rato. Yoongi sopesa sus opciones y da una mirada por toda la sala, el resto de los niños del jardín sin siquiera percatarse de lo que estaba pasando, estaban más concentrados y preocupados en sus propios juegos, aunque Yoongi pudo notar a Jimin, su ayudante, pelear con un pequeño Jin que estaba con las manos empuñadas, llenas de tierra, la cual fue sacada de los maceteros de las plantas de la repisa, y estaba a punto de echárselo a la boca.

Desde su lugar pudo escuchar perfectamente cómo el joven ayudante le explicaba al niño de seis años que las plantas son para regar y darle amor y, definitivamente no para comerles la tierra.

—Jimin —le llamó, y cuando sus ojos se encontraron hizo una señal con su cabeza hacia el frente, justo donde detrás del escritorio, si enfocaba bien, podía divisar unos zapatitos chiquititos sobresalir de la madera. Hizo una mueca apenado y le dijo—: ¿Puedes ir a verlo?

Su ayudante asintió de inmediato, no teniendo la necesidad de preguntar qué estaba ocurriendo porque el hecho de que Jungkook esté llorando como si le hubiesen roto el corazón aferrado sobre el pecho de Yoongi y, otro niño, esté escondido bajo el escritorio del profesor, le daban la respuesta más que necesaria; tristemente, Jimin conocía que solo una persona –niño en este caso-, era el único capaz de poner a Jungkook en ese estado.

Dejó ir a Jin, ordenándole al muchacho beta que vaya al baño a lavarse las manos y que no volviera a intentar echarse a la boca lo primero que su animal curioso de gato siamés encuentre divertido y fascinante.

Vio al pequeño correr rápidamente hacia el lavabo haciendo caso a su petición y caminó hacia el frente, la mirada fija en el cuerpo escondido bajo el escritorio del maestro Min.

—Tae —susurró, con una voz dulcesita para que el pequeño niño no se asustara más de lo que ya estaba, pues, podía oler, de alguna forma, el miedo de Taehyung, lo cual era extraño, a su edad los niños aún no eran capaces de esparcir olores tan fuertes que aludían sus estados anímicos. Aunque Jimin sabía que el niño de cabello castaño era ciertamente especial, y verlo oculto, con las rodillas apretadas contra su pecho y la cabeza escondida en el hueco entre estas, le rompía el corazón. Pudo notar dos colitas blancas y pomposas sobre su cuerpo, meciéndose suavemente en intento de envolverlo, quizá esconderlo de lo que sea que le estuviera haciendo mal—. Vamos, corazón, no te haré daño, ¿puedes dejarme verte?

Jimin se agachó en cuclillas, apoyando las rodillas contra el suelo alfombrado y estiró los brazos hacia Taehyung, quien no paraba de sollozar muy bajito, gimoteos pequeños, escondidos detrás de su garganta, como si quisiera que nadie lo notara.

Pasaron varios segundos antes de que por fin dejara emerger su cabecita, descubriendo su rostro empapado en lágrimas, y ojos llorosos y asustados buscándolo, las pupilas cambiando a destellos rojizos antes de volver a los marrones normales de sus iris.

Tenía un puchero en sus pequeños labios, y la carita se arrugaba tanto que Jimin sabía que el pequeño de cinco años estaba a punto de explotar en un nuevo llanto. Ante eso, el niño estiró sus manitos hacia el maestro Jimin y se abrazó a su cuello llorando fuerte, deshaciéndose en sollozos ahí en la curva de su cuello. Las dos colitas moviéndose frenéticamente, como si quisieran sincronizar sus movimientos con su llanto.

Jimin se tragó un nudo al verlo tan triste. —Ya está, bebé, ya está —Acarició su espalda, y lo meció en sus brazos—. Ya está ¿si? ¿puedes guardar tus colitas?

Taehyung sorbió de su nariz y asintió pequeño, aún escondido en su hombro. Su cuerpo tembló y poco a poco retiró las colitas de su animal y las pequeñas garritas que habían emergido de sus uñas al verse tan abrumado de sus propias emociones, sin poder controlarlo.

Sin embargo, el aroma del maestro Park era suave y eso fue lo único que ayudó a calmarlo en ese momento.

Diez minutos después, Yoongi tenía a todos los niños jugando en el patio privado del jardín, siendo cuidados por el maestro Do.

Jimin tenía a Taehyung apartado del resto. Mirándole agachado para estar a la altura de su pequeño rostro.

—¿Estás más calmado? —Preguntó con voz agradable, como si tuviera miedo de hablar más fuerte o tosco. El niño asintió pequeño, mirándole en silencio y con miedo. Si Jimin notaba bien, aun podía observar rastros de lágrimas no derramadas en sus largas pestañas, la nariz roja y labio temblorosos que aún parecían no reponerse de los espasmos de su llanto.

Le sonrió enternecido, y levantó una mano para peinar su cabello gris hacia atrás. —¿Me puedes contar lo que sucedió?

—K-Kookoo... —dijo simplemente, con la mirada cabizbaja—. M-me hizo... daño...

—¿Jungkook? —Jimin preguntó, recordando el llanto explosivo del pequeño de cuatro años, el cual pareció reventar en la sala, como si tuviera pulmones gigantes con los cuales ahogarse en fuertes sollozos—. ¿Te hizo daño? ¿Cómo?

—Mi... pechito... —soltó Taehyung, abrumado y con un atisbo de miedo—. H-hizo mi pechito doler...

Jimin solo guardó silencio, sin preguntar más, porque no era la primera vez, de hecho, estaba esperando esa respuesta. Taehyung decía lo mismo cada vez que ocurría.

Al final de la jornada, todo pareció volver a la normalidad. Jungkook y Taehyung ya más calmados, se integraron a los demás niños que rondaban los cuatro y seis años.

No tardaron ni quince minutos separados cuando los maestros volvieron a ver lo que ocurría luego de estos episodios, casi como una especie de dejavu. Si no se acercaba Taehyung, entonces Jungkook lo hacía, ambos, buscándose de la misma manera para permanecer juntos, en silencio, sin decirse nada, simplemente quedándose ahí con él otro.

Yoongi notó que Taehyung era más conversador, siendo Jungkook un poco más retraído, quizá por las edades, pensó, pero entonces vio a Jungkook tomar una pequeña flor y pasársela silenciosamente a Taehyung, quien la recibió con dedos temblorosos, ambos, moviéndose hacia los columpios, donde Jungkook era empujado en el juego por un Taehyung que poco a poco comenzaba a sonreír, relajándose por fin.

Jimin suspiró.

—¿Qué te dijo Kookie?

Yoongi negó a su lado. Frunciendo el ceño cuando vio al maestro Do correr para quitarle algo de la boca a Jin.

—Lo mismo de siempre, está ocurriendo más repetido.

Entonces Jimin se giró a mirarle con un montón de preguntas en su rostro. —¿Crees que sea por eso?

—Sí —Yoongi no dudó—, son predestinados. 





*

Es solo un fic cortito y simple para distraerme y escribir algo, y bueno, si estás aquí gracias por leer Ü NO es omegaverse, solo cambiaformas/shifter y esoc:

UNTIL THE END; taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora