Cap 49

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Narrador Omnisciente:

La vida sigue

Ajena a los problemas de la mayoría

Cada quien por su cuenta

Nadie tiene plena consciencia del infierno que algunos pueden estar pasando...

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Con el silencio invadiendo las calles del centro, la madrugada se alza alargando el insomnio de los médicos, que tras largas horas en la sala, terminan de estabilizar la salud de su paciente completamente ajena al mundo a causa de la anestesia.

Las enfermeras al terminar de colocar vendas, se miran entre si con expresiones de pena por la chica que reposa entre ellas, en aquella camilla fría y dura vendada de pies a cabeza. Acompañada con el único sonido desesperante de la maquina contando sus latidos, la sala se queda vacía, con las luces encendidas a todo su esplendor, lo cual, molestia no le causa en sus sueños... O recuerdos.

Recuerdos de cuando fue plenamente feliz junto a sus ex amigos en el instituto. Bromeando y regañando siempre a su mejor amiga por molestar a su enamorado. Cuando se escapaban de la escuela a dar recorridos por la ciudad o el parque... Cuando aún se sentía querida y no parecía ser atormentada nunca por sus miedos.
O algo más reciente, cuando tenía a su pequeño bebé, reposando entre sus brazos tan tranquilo, pues bien sabía que con ella nada le podría pasar... No debió pasar...

Aquel chico, extraño para ella, yacía pálido y cansado sobre el frío metal de la sala de espera. No la conocía de nada, pero algo le preocupaba, y más que eso, le intrigaba. ¿Qué podría estar haciendo una chica como ella tendida en el barro, quemada y con los gusanos abriéndose paso entre su piel? A primera vista, nadie creería que estuviese viva, pero el dolor de sus ojos le llamo, le obligó a ayudarla pues esperanzas tenía, lo transmitía.

¡Era de locos!

Y pensar que solo iria a dar una vuelta para plantear escenario para su canal de Youtube.
Si la hubiese grabado, seguro tendría mil reproducciones de parte de la población más morbosa, pero sería completamente despreciable de su parte.

Aquella chica le causaba un gran dolor de cabeza por las mil preguntas. No lo lograba razonar, pero su mente se despejó y su corazón dió un vuelco de miedo al ver al personal salir de la sala.
Se levantó en cuestión de segundos y los miro esperanzado que trajeran buenas noticias, o por lo menos que le dijeran algo, pues como ya se lo había repetido mil veces a la enfermera, el no la conocía de nada, no sabía ni su nombre, y así no deberían decirle nada sobre su estado.

Sus pies se quedaron estáticos en su lugar, y no se atrevió a pronunciar sonido hasta que el doctor casi lo pasaba de largo.

Sam: Disculpe!- lo detuvo -¿C-cómo está?

Enfermera: No deberías seguir aquí- responde detrás suya, logrando desalentarlo un poco -De verdad, vete a casa

Sam: Solo quiero saber- frunce los labios incómodo con su negativa

Doctor: Ella está bien- responde recibiendo una mirada descolocada de la enfermera -Tranquilo, se recuperará, pero no será lo mejor que sigas aquí si no la conoces.

Sam: Bueno... Ya la traje desde fuera de la ciudad como un loco. Supongo que no me merezco su desprecio- pronuncia positivo sonriendo al personal de salud

Doctor: Su situación será complicada al despertar, debes entender eso. Le diremos que la trajiste, será decisión suya si acepta verte, pero lo mejor es que primero vea a alguien conocido. Si nos disculpas- acomoda su bata y se aleja una vez más junto a las enfermeras

Sam: Claro...- susurra para si mismo mirando ahora la puerta cerrada de la habitación donde debería estar la chica. Desalentado, se deja caer nuevamente sobre las sillas escuchando el gran eco del metal chocar con el mármol en aquella sala vacía, pues parecía ser una noche tranquila.

Las horas pasaron pero no sé movió de su lugar. ¡Claro que no pensaba irse! No tenía idea el porque, pero no lo iba a hacer. No es que fuera curioso por las desgracias ajenas, pero si necesitaba saber por lo menos su nombre. Algo había llamado su atención y se quedaría hasta saber más de ella.

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Un día después, los monitores comenzaron a sonar como locos, el oxígeno se desestabilizó y la alarma en la sala de enfermería de esa habitación se disparó.

El reloj de pared marcaba las 4:15 a.m., eso no impedía que el hambre tocará a la puerta. Esperando que el producto cayera de la máquina en la sala de espera, aún se encontraba Samuel, aquel chico que había rescatado hace casi dos días a Jane del suelo del cementerio donde esperaba paciente su muerte.
Al obtener su compra, introdujo la mano en la ranura de la máquina para tomarla, sin embargo, pasos apresurados inundaron la sala llamando su atención al instante.
Cuatro enfermeras corrían a todo lo que daba con dirección a las habitaciones, lo cual inquieto a Samuel, que internamente creía estar seguro que se dirigían a la habitación de la chica.

Estaba en lo correcto...

Al verlas entrar a toda prisa a esa habitación que le había quitado sus horas de sueño habituales, ni siquiera tocó el empaque de galletas por el que había pagado, pues antes de darse cuenta, el también ya estaba corriendo a toda prisa a esa habitación.

Las enfermeras actuaron rápido, y llamaron despavoridas al doctor al mando mientras estabilizaban e intentaban evaluar la gravedad de la nueva herida, causada por el cuchillo en el abdomen de Jane ahora despierta y llorando por el ardor, aunque sin emitir ni un solo sonido.
Una de ellas, intento detener a aquella chica que había cometido el error de ir a buscar venganza aún cuando estaba también lastimada y no podría actuar rápido como habitualmente lo hacía. Sin embargo, aún cuando logro rasgar parte de su sudadera rosa, no logro detenerla y quedó mirando como está chica, después de saltar por la ventana, corrió con tal velocidad que tardo segundos en perder de vista su profunda cabellera negra en la obscuridad.

Samuel se quedó petrificado mirando la sangrienta escena desde el marco de la puerta, preguntándose asustado si sería la mejor opción quedarse más en espera de esa misteriosa chica después de ver cómo alguien entro a intentar asesinarla. Nunca había sido un especial fan de los riesgos, aunque aquello actuaba.

El doctor tardo segundos en llegar y junto a una enfermera, sacaron a Samuel para cerrar la habitación y comenzar con la extracción y operación de emergencia para la chica, que ahora ya sin una sola lágrima fresca corriendo por su mejilla, miraba la ventana por dónde había huido la creepy que probablemente más la odiaba en el mundo... Y con razones... Pues por su culpa, no hubo chance a intercambios, por su huida, todo se tuvo que hacer por la fuerza... Y ahora muchas vidas colgaban de un hilo...

"Ya no es el mismo"  Jeff The Killer - Jane The Killer / 2° Temporada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora