Capítulo 51

9.4K 1K 989
                                    

Jonah nos grabó en mi propia cama, besándonos, tocándonos. Yo tenía la camiseta interior subida hasta el pecho y el bóxer en las rodillas, expuesto. Mi cuerpo estaba rojo, marcado y sudoroso debajo de él. Mis expresiones, casi ausentes. Su mano me acarició con cariño la mejilla, el cabello, la piel desnuda y algunas magulladuras que hizo sobre mí.

Respondí a sus besos y caricias una vez, pero en casi todo el video permanecí como un muñeco parpadeante. Jonah dijo con tranquilidad —como si supiera que alguien más nos vería— que hicimos muchas cosas y que por eso estaba tan cansado. Se levantó sin dejar de grabar, se abrochó nuevamente los pantalones, me dio un beso muy corto en los labios y me echó las cobijas encima.

Un video breve, a oscuras y sin mucho contenido acababa de paralizarme. Fui incapaz de reaccionar.

No cambié de posición ni le regresé el celular a Moon. Seguía viendo a la pantalla, con el video en pausa y la vista desenfocada. Me ardían los ojos, olvidé hasta cómo respirar. Sentí que iba a desmayarme por el impacto de lo que vi y escuché; no podía creerlo ni asimilarlo.

¿Cuándo había pasado eso? ¿Por qué no podía recordar absolutamente nada? ¿Qué ganaba Jonah grabando algo así? Mis mejillas se humedecieron, mi rostro ardió, las piernas apenas pudieron cargar con el resto de mi cuerpo.

—No me vuelvas a buscar —exclamó, dispuesto a encerrarse otra vez.

Sus palabras me devolvieron al presente, pero no me aterrizaron por completo en la tierra. Todavía me costaba recuperar el aire y calmar el intenso dolor en mi pecho. Alcé el rostro, lo detuve en el momento en que notó que estaba por hablar. No lucía muy atento; quizás pensó que inventaría alguna excusa tonta.

—Yo... no quería hacerlo. —Me ahogaba con mi propia voz.

El asiático suspiró con enfado, rodó los ojos, negó con la cabeza un par de veces. No me creía. Yo también le mentí sobre cosas importantes, de ahí que su confianza se redujera con creces.

Parecía que volvíamos al inicio de nuestro reencuentro, pero por desgracia era peor. El odio de antes no era tan serio e intenso, nuestros motivos sin esclarecer eran justo de adolescentes de preparatoria, pero estos ya no. Seis años después teníamos que arreglar las cosas de una manera "madura", pero ninguno se hallaba en condiciones de hacerlo.

Poco a poco fui tragado por el pánico. No sabía cómo calmar tanta incertidumbre, confusión, tristeza y ansiedad.

Huye, ahora.

Una idea inesperada se me cruzó por la cabeza, mala, dañina, pero posiblemente funcional para calmar mi pavor.

No pienses demasiado, solo hazlo.

Obedecí a mi consciencia.

Con un rápido movimiento, posé ambas manos sobre la puerta de Moon-jae y la empujé con un agresivo movimiento. Ni siquiera le dio tiempo de reaccionar. Cayó al suelo mientras yo ingresaba al interior de su apartamento, saltando por encima de su cuerpo e ignorando sus quejas de dolor.

No miré atrás. Fui directo a su cocina para buscar si tenía alcohol en alguna de sus alacenas. Rebusqué con desesperación, respiré con fuerza, me sequé las lágrimas como pude, traté de no prestarle atención a sus peticiones para que me tranquilizara.

Lo primero que encontré fue el Makgeolli que no nos terminamos. Me sentí agradecido por hallar lo que más rápido me embriagaba. Sin pensarlo dos veces, lo tomé y me encaminé a la salida.

Moon consiguió sentarse antes de que pudiese huir.

—Por favor no, Luke. —Seguía con la mano apoyada en un costado, trazando muecas de malestar.

El balcón vecino [BL-GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora