Tres años después del pequeño incidente del que nació una relación, Steve se vuelve plenamente consciente del "problema" que arrastra consigo desde hace mucho tiempo atrás y que después de tanto reprimirlo se vuelve cada vez más complicado no sacarl...
El ruido sordo de gotas de lluvia chocando con el enorme ventanal de vidrio era uno de los singulares afrodisíacos que ambos compartían, los truenos resonando y los relámpagos destellando, iluminando la habitación lo necesario para que se lograran distinguir dos cuerpos sobre una cama perfectamente desordenada, uno boca abajo, sosteniendo su peso sobre sus codos y rodillas con la cadera bien alzada, mientras el otro hacía un violento vaivén, que parecía ir al son de las gotas de agua. Otro trueno más y el gemido satisfactorio del orgasmo alcanzo al que estaba en la clásica posición de perrito.
"De perrito..."
Conocía los absurdos nombres porque así era como pedía las posiciones su novio en medio del sexo. Pero, quién, de verdad ¿Quién inventaba esas cosas?
Claro que siempre disfrutaba de una excelente sesión de sexo con su pareja, no lo negaba, sin embargo, últimamente su mente se centraba en un pensamiento que reprimió durante su larga vida. Y vaya que había vivido. Congelado, sí, pero eso no le quitaba la experiencia de su vida en el pasado, todo lo antes vivido le provocaba un verdadero choque cultural.
Cualquiera diría que ya estaba superado, pero no. No cuando su pareja era Tony Stark. Vivía su vida a mil, rápido, teniendo que aprender tanto en el camino y tres años juntos le parecían incluso muy poco para terminar de conocerse. Más aún cuando ese pensamiento recurrente volvía a ocupar su mente, noche tras noche cuando penetraba a Tony una y otra vez, lo veía removerse bajo su cuerpo, pidiendo más, y Steve complaciéndolo, pero siempre anhelando una única cosa que no podía decirla abiertamente.
Quería atar a Tony a la cama, o a lo que fuera, no importaba. Recordaba la vez hace tres años cuando Tony sin querer le mostró la variedad de juguetes sexuales que compró. Entre ellos un par de esposas felpudas con los colores americanos, la excitación que le provocó imaginarse a Tony esposado, con el movimiento limitado y él haciendo de las suyas... Pero claro, todo con respeto, o no tanto...
Ahora se veía en esa situación, imaginando a Tony atado, gimiendo, rogando por ser soltado, un juego erótico, sabiendo perfectamente todos y cada uno de los nudos que le podían ser útiles. El maravilloso mundo del Bondage.
Fue tan vivida su imaginación que, si debía ser romántica la escena se perdió por completo, en algún momento del contexto cuando la absurda imagen le obligó a terminar con un gruñido muy poco atractivo.
Jadeante y también satisfecho Tony se dejó caer con pesadez sobre su pecho, el colchón hizo su labor y detuvo el impacto, alcanzó una almohada y la colocó bajo su mandíbula. Mientras su pareja ya satisfecha se acomodaba a su lado mirando hacia el techo.
-Sabes, el trueno no te salvó, escuché tu feo bramido- Stark fue el primero en hablar.
-Ahora dices bramido ¿Como era en tu imaginación? - Por suerte, Steve había aprendido a disfrutar del humor ácido de su novio.
-No sé, más... Delicado- Dijo con gracia en su tono, entonces, Tony se giró a encarar a su acompañante. - ¿Dime la verdad, en que pensaste antes de terminar? - Lo sabía, porque, claro, él se vio envuelto en algo muy parecido tres años atrás.
Steve se sonrojó, pero por suerte la luz de los relámpagos no era suficiente para diferenciar ese leve rubor sobre sus mejillas. -En nada en específico- Mintió.
Tony supo que algo escondía, pero a juzgar por la reacción de su novio no dudó que era alguna bobería marca cap, tan ingenua que seguro si se la decía terminaría con una mofa y Steve con el ceño fruncido.
Esa noche tormentosa la disfrutaron abrazados. Y Tony agradeció infinitamente que Steve no era de esos que se hacen los dormidos.
También agradeció con todas sus fuerzas el hecho de ambos terminaron con un magnifico orgasmo. Tony creía fervientemente en el karma y constantemente temía el que algún día se devolviera lo patán que fue más de alguna vez.
Un ultimo trueno retumbó en la habitación y por fin Tony logró conciliar el sueño.
Steve continuó con el pensamiento de antes, se separó del abrazo. A pesar de conocer ese jueguito de las esposas, nunca las usó debidamente (O por lo menos como él quería).
Conocía perfectamente el porqué de semejante fantasía sexual, y aunque lo sabía no era capaz de aceptarlo. No del todo, le seguía pareciendo tonto e inmaduro, vergonzoso quizás, pero ahí estaba, ese deseo fetichista que albergaba desde los años '40, desde que la conoció. Su mente viajó hasta ese momento embarazoso, pero excitante, cuando la vio por primera vez, a su querida "Sweet Gwendoleen" con su cabello ondulado castaño, su perfecta piel bronceada por tantas aventuras y sus ojos color azul tan atrayentes y el labial rojo... La sumisa perfecta y él todo un maestro.
¡Vaya ideas! Se reprendió mentalmente por tanta bobería repentina que se cruzaba por su mente. Entonces en su cabecita resonó una frase que no tenía ni idea de donde habría salido: Estúpido Rogers.
Y ahora por sucio o pecaminoso que pareciera la figuraba en Tony, quien diría que ese gusto culposo de mujer se vería reflejado casi cien años después en un magnate quisquilloso, genio egocéntrico.
Suspiró, porque entonces saltaba la inquietante y bien infundada duda que no lo dejaba en paz ¿Y si Tony lo ve mal? Pero claro que lo vería mal, seguramente lo vería mas que mal. Casi como una enfermedad ¿No?
¿Cómo le dices a tu novio que te encanta el sadomasoquismo inspirado en una mujer que, graciosamente le recordaba a él? Oh, no, eso no iba con Tony y lo sabía porque la única vez que se le ocurrió usar las esposas, fue solo para que todo terminara medianamente mal, Tony renegando porque no podía tocar y diciendo que era absurdo, y peor aún si le decía de donde había nacido esa idea. Adiós fantasía sexual reprimida.
Trató de dormir, pero en seguida consiguió una nueva erección de solo pensar en Tony atado y a merced de su voluntad. Y la frase retumbó de nuevo: Estúpido Rogers.
Entonces su mano le fue de mucha ayuda en ese momento, con semejante cuerpo de Tony durmiendo a la par suya y él sin poder tocarlo, porque si lo despertaba, se vería frente a la furia Stark...
Así la noche transcurrió, plácidamente para uno y un poco tormentosa para el otro.
