Capítulo Uno

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Mis pies estaban cansados, el frio cada vez se hacía más intenso y las calles del pueblo desaparecian entre los robustos árboles. Esto me pasa por imbécil, por venirme a creer todas las babosadas que salen de la boca de Dallas. Tomé el móvil en mis manos y mire la pantalla, las barras de la cobertura de señal no daban vida y la batería ya casi anunciaba el cinco por ciento. Maldije por dentro y acomode mi chaqueta.

El sonido de las ramas crujir me hizo poner alerta, levante la vista. Lo que podía ver no daba mucho de qué hablar, la capa de neblina tapaba a mi alrededor y la luz que provenía de la luna era muy escasa.

Un golpe a mis espaldas me tumbo al suelo, otro en mi torso y unas fuertes garras a mi costado me dio la vuelta. Sus dientes fueron directo a mi cuello como si fuese la carne del año. Luchaba por controlar el temblor de sus patas traseras, tal vez por el frio, tal vez por el miedo. Me alzo apoyándome en el árbol más cercano y me dio un fuerte puñetazo en mi rostro, de mi boca salio sangre. Su mirada daba a todos lados menos a mis ojos, sus largas garras bajaron hacia mi torso, rasguño el cuero de mi chaqueta negra.

 Ahora sí, se habían metido con la presa equivocada.

Tome su anatomía por su costado y le arroje al suelo con fuerza, la adrenalina ya comenzaba a recorrer mis venas, mis fosas nasales se abrieron de un respiro y mis pulmones se llenaban de aire pesado rápidamente. Mis músculos crecieron al igual que mi furia. Me coloque encima y un golpe tras otro salía sin piedad de mis manos, ya había tenido suficiente ventaja los segundos anteriores. Le tome de su cuello y le gire con fuerza, un grito desgarrador salió de su boca, sus huesos emitieron un sonido de 'crack', algo se había roto dentro de este. Tome sus manos y las lleve encima de su cabeza las apreté con fuerza y coloque una pierna sobre su pecho. Su cuerpo se revolcaba debajo de mí tratando de salir, pero le era imposible. Gruñía, pataleaba y se contraía.Saque una pequeña navaja que guardaba en el bolsillo de mi pantalón. Iba en busca de su marca: un círculo dentro de otro, uno más pequeño, en el medio junto con dos líneas horizontales saliendo de este hacia abajo con un diamante al final de la línea más pequeña, un resplandor salió de este. 

Esperen, ese grabado solo lo tienen las mujeres... ¡Jodida mierda!

—Serva, ¿Qué carajos intentabas hacer? — Ella bufó entre dientes y me miro a los ojos.

Me levante de su cuerpo y guarde la navaja, le di una mano para levantarse del suelo ella se sacudió la tierra que tenía en su ropa, su anatomía volvió a la normalidad. Ni siquiera tenía un hueso roto, como si no la hubiera lastimado nunca. Comenzó a arrancar las flores que habian en unos arbustos cercanos, regando sus pétalos por los aires los cuales bajo la luz de la luna, ya no eran rojos. 

 —Antes eras mas divertido — dijo ella, —Tu viaje a Machegan te volvió huraño, eh.

Me crucé de brazos y la empuje a un lado con mi hombro, sin dirigirle una sola mirada me dirigí a la carretera por mi motocicleta. No aguantaria ni una entrometida palabra más hacia mi. Serva no tenía ni la mas minima idea de lo que había sucedido y Machegan estaba tan lejos de ser la razón principal. 

Camine con pasos fuerte, aun asi, podia escuchar como me seguia a mis espaldas.  

 —¡Ya no se te puede decir algo, Jagg¡

—Alejate, Serva. Nadie te llamo aquí. — le respondi mientras me subía en el sillin de la moto. Coloque las llaves en la cerradura y ella se sento detras de mi. —Debo ser yo quien te acompañe a tu fiesta de bienvenida. Lo mejor de que llegue un forastero al pueblo, es que lleva siempre consigo una linda acompañante.

No escuche sus últimas palabras, solo acelere el motor recorriendo el frío asfalto de la carretera.

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FLEE, Madisson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora