Me muevo salvajemente en la jaula en la que me han metido, luchando como puedo para liberarme del frío collar de metal que me han puesto en el cuello; no lo consigo, y lo único que logro es raspar mi piel del cuello y extremidades. Cansado, me dejo caer y paro mis desesperados movimientos, dejándome percibir el movimiento del auto sobre el que me han subido.
Mi mente divaga entre varios pensamientos, pero siempre tiende a volver hacia lo que van a hacer conmigo; recuerdo que los escuché decir que sería "una buena presa" y eso me intranquiliza, porque sé lo que significa. Si tengo razón, lo que me espera no es nada agradable y es casi imposible que siga con vida para cuando salga el sol.
El auto se detiene, escucho las puertas abrirse y volver a cerrarse, las pisadas de mis captores mientras se acercaban al baúl, y las voces de dos personas más; el baúl es abierto y la luz llega a mis ojos de nuevo, me ciega, y siento mi jaula ser tirada hacia fuera. La jaula cae, y uno de mis captores habla.
-¿Quién juega con este?
En poco tiempo, un hombre se acerca e intercambia algo con mis captores, ellos sonríen y se estrechan la mano; al terminar, todos se van, salvo por el que se acercó. Dejan mi jaula abierta, pero el collar aún limita mis movimientos; hasta que deja de hacerlo.
Corro. No miro atrás y sigo corriendo a través de la hierba alta, esperando que eso despiste al hombre; estoy así mucho tiempo, sólo corriendo a todo lo que mi cuerpo da.
Sin saber cuándo, me he movido lo suficiente como para poder ver los letreros de la reserva a lo lejos, aquella de la que me sacaron mis captores; en mi mente, el pensamiento de que puedo llegar hasta allí se sobrepone a lo demás y sigo corriendo.
Puedo lograrlo.
Ya casi llego.
Un poco...
Algo atraviesa mi pecho, a tan sólo unos pasos de la reserva; caigo, sin fuerzas, mientras siento mi sangre salir de mi cuerpo y los pasos de alguien acercarse.
Mi mente se pone en blanco...
Y ya no siento nada más.